Y con una agradable temperatura,
la histórica capital de las dinastías bereberes almorávide y
almohade, fundadoras de Marruecos, acogió estos días al
doctor Marzouki, presidente de Túnez tras la emblemática
“Revolución del Jazmín”. Pese a una considerable bajada
estimada en un 11%, Marrakech late por y para el turismo,
contrastando sus extensos palmerales con las altas y
cercanas cumbres del Alto Atlas. Con Europa hecha unos
zorros y el crudo invierno que azota al Viejo Continente, es
la emergente clase media marroquí la que está tirando del
consumo interno. Pero Marruecos también está notando los
temblores y no de frío precisamente: éste año amaga con
acabar estallando la “crisis del ladrillo”, que merced a la
peculiar financiación de buena parte de las empresas
constructoras del país, no dependientes tanto de la banca
como sus homólogas españolas por motivos que el avispado
lector puede fácilmente deducir, se ha ido demorando. Pero
hay mucho pasivo construido, los precios son muy altos para
el marroquí de a pie y no se vende. La crisis económica
global, que progresa como una pandemia, ha empezado a
golpear también al vecino país: según datos oficiales, el
superpuerto Tánger-Med ha tenido una magra facturación en
relación a su competidora Algeciras, las inversiones
extranjeras han caído un 35% respecto al año 2010, las
reservas de divisas disminuyeron un 12% y, pese a la tasa de
crecimiento del 4,7%, 2011 acabó con un déficit
presupuestario del 5,5% y más de dos millones de marroquíes
sin trabajo ni ayudas de ningún tipo. Violentos disturbios
sociales como los de Taza amenazan con emponzoñar a otras
ciudades del país y colectivos de parados amenazan con
inmolarse colectivamente, a lo bonzo. Práctica ésta, la del
suicidio, que está en contra de los preceptos del Islam y
que sin embargo se estaría abriendo camino en las propias
filas de las Fuerzas Armadas Reales: al menos dos soldados
se habrían dado muerte a finales de enero en la region de
Marrakech (en Kelaât Sraghna y Ben Guerir) en protesta por
sus salarios de miseria no equiparables en la vida civil,
los abusos a la orden del día y sus deplorables condiciones
de trabajo.
El próximo domingo 19 está prevista una masiva manifestación
en Rabat así como en otras ciudades del Reino, conmemorando
el primer aniversario del Movimiento del 20 de Febrero que
forzó, no olvidemos, el ralentizado proceso de reformas, una
nueva Constitución y las elecciones del 25 de noviembre. La
retirada de los islamistas alegales de Justicia y
Espiritualidad puede haber debilitado su fuerza, pero a
cambio ha nutrido al movimiento de mayor coherencia
ideológica. Si bien la monarquía no está cuestionada empieza
a ser discutida (al menos sus poderes, que la nueva
Constitución apenas ha rebajado), esperándose fuertes
críticas al entorno del rey, en particular la controvertida
nominación de consejero real del controvertido Fuad Alí El
Himma, así como que en un país con fuertes déficits
estructurales sociales y de equipamiento Mohamed VI ocupe el
noveno lugar entre los monarcas más ricas del mundo y sea
propietario, al menos, de más de 1200 hectáreas de entre las
mejores y más fértiles tierras del país, convirtiéndose con
ello en el eventual primer beneficiario del nuevo acuerdo
agrícola pendiente de firma con la Unión Europea.
También se sigue con atención en Rabat el contrato de la
marina argelina con los astilleros españoles “Navantia”, a
fin de modernizar dos corbetas por un importe de 75 millones
de euros, renovando su artillería y dotándolas de un moderno
sistema integrado de combate. Claro que los astilleros de
“Navantia” también colaboran con la Marina Real marroquí,
manteniendo diferentes buques patrulleros y una corbeta de
la clase Descubierta. Hábiles que son mis primos hermanos
los gallegos y bien hacen, carallo. Visto.
|