Ante las circunstancias que
estamos atravesando con una crisis galopante y más de cinco
millones de parados, al Gobierno le urgen los plazos para
realizar las reformas necesarias. Rajoy, ante todo esto, no
dispone ni de los 100 días de gracia que se les dan a todos
los Gobiernos entrantes.
Mucho antes de este plazo su Gobierno, en el próximo Consejo
de Ministros, va a tener que aprobar la reforma laboral, que
dada la situación de paro con más de cinco millones de
parados es una piedra de toque de la voluntad reformista del
Partido Popular.
El BCE, exige la Gobierno español una nueva modalidad de
contratos para jóvenes con una indemnización por despido
menor que la actual que está en 33 días y convenio
negociados por cada una de las empresas con el trabajador.
Esta misma exigencia, al parecer, se le hizo al entonces
presidente del Gobierno, Zapatero, que tiró por la calle de
en medio para no molestar a los agentes sociales. Eludió la
petición por miedo a un enfrentamiento con los sindicatos y
optó por reformar la Constitución para que el BCE ayudara a
España.
Rajoy tiene la obligación de coger, como vulgarmente se
dice, “el toro por los cuernos” y ajustarse a esa realidad
ineludible que le exige el BCE para combatir el desempleo,
sobre todo entre los jóvenes, que quizás se vean abocados a
ganar menos y los trabajadores vean aumentada sus años para
llegar a la jubilación, en caso que persista el déficit de
la Seguridad Social.
Rajoy ha dicho una frase en Bruselas, que ha sido comentada
por todos los medios de comunicación: “Se que estas reformas
me van a costar una huelga general”.
La pregunta es, por qué le van a hacer una huelga general
los sindicatos, si no la han llevado a cabo con el anterior
Gobierno, que elevó el número de parados a porcentajes jamás
conocidos en España desde la llegada de la democracia.
No tiene sentido alguno, que no habiéndole realizado una
huelga general al Gobierno que más personas llevó al paro,
batiendo auténticos récords de parados, se le haga una
huelga general a quien con una reforma laboral, va a
intentar que trabajen el mayor número de jóvenes y reducir
el paro.
No sólo se ha de luchar por aquellos que ya tienen un puesto
de trabajo para que consigan, cada año, una mejora al menos
económica., No es eso, si hay que luchar por alguien, es con
todas las fuerzas, por aquellos que no tienen trabajo, para
que tengan la oportunidad de tenerlo.
Y es curioso el poder comprobar como los jóvenes, en su
mayoría, están dispuestos cobrar un salario menor que el
salario interprofesional con tal de tener un trabajo. Porque
la juventud lo que quiere es trabajar y tener algo de dinero
en sus bolsillos, con lo cual aumentaría el consumo y los
padres ahorrarían ese dinero que han de dar, en ocasiones
haciendo un gran esfuerzos, para que sus hijos pueda salir
un fin de semana.
Sin ese dinero que desembolsar para sus hijos, se tendría
más dinero para consumir y, a la vez, esos jóvenes incluso
podrían ayudar a sus padres. ¿O no?
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