Pero el de verdad, el que trae el
frío y la nieve, el que hace que las temperaturas de cero
grados sean un lujo, y en el que las de signo negativo se
conviertan en la tónica de muchas horas y de muchos lugares,
al mismo tiempo.
El invierno climatológico, como el que hemos padecido días
atrás y que no descartamos que se vuelva a dar la vuelta,
nada tiene que ver con la estación que llamamos invierno y
que comenzó, en las vísperas de la Noche Buena.
Algo bueno tenía que tener este invierno de los últimos días
y es que al ser los días y las horas de sol un poco más
largos, con ello se atenúa el frío tan tremendo que se ha
venido dando durante las noches.
Y la cosa, aunque aquí no lo notemos tanto, ha tenido que
ser fuerte cuando el mismo viernes en Cataluña se quedaron
sin clase en torno a 40.000 alumnos, una cifra muy alta que
no pudo asistir a sus clases, no por capricho, sino porque
el tiempo se lo impidió.
Ciudades, carreteras y puertos de montaña han visto como la
nieve iba cubriendo, palmo a palmo todos sus espacios y a
ello había que unir el que el fuerte viento hiciera subir la
idea que teníamos del frío, mientras cerraba algunas
comunicaciones, como fue el caso de Menorca que se quedó
bloqueada por mar.
Aquí no ha habido nadie que se haya visto privado de ese
regalo del mes de febrero, por haber afectado, casi por
igual, a todos ese mal tiempo.
He dicho “casi” por igual, lo que implica que lugares como
Ceuta, por su situación geográfica se haya visto, en esta
ocasión, favorecida en parte, primero de la nieve, aquí no
ha nevado, y luego del intenso frío, aunque esos 3, 4 o 6
grados de temperatura aquí hacen tanto daño como lo que
pueden hacer –6 en Teruel o en Ávila, por ejemplo.
El fin de semana, con este temporal, con la ya conocida como
la “Siberiana”, ha sido más largo de lo deseado y menos mal
a que, poco a poco, la nieve ha ido remitiendo y el frío,
aunque ya veremos por cuanto tiempo, se ha atenuado un poco.
Y la nieve que tanta falta hacía en las estaciones de ski se
dejó ver, en demasía, no sólo en esos lugares, sino en la
mayor parte del suelo peninsular y balear con lo que en gran
cantidad de carreteras se hizo necesario el uso de las
cadenas, desde Madrid hasta el norte de la península.
Nada agradable, pues, eran los viajes en estos cuantos días
del final de semana, cuando además de tener que soportar
fríos glaciales estaba uno expuesto a tener que colocar las
propias cadenas, para poder circular.
Y como siempre que viene “algún regalo” de este tipo, ya se
han comenzado a hacer las comparaciones y se habla de que
esta ola de frío y nieve ha sido la más dura de las que ha
habido que soportar desde el año 1950. Ya ha llovido, desde
entonces.
Dan escalofríos cuando ves en los termómetros de cualquiera
de las calles temperaturas de –8, -10, -15 e incluso parece
que en alguna parte de los Pirineos se pudo llegar a los
–21. Eso ya es de otras latitudes, no nos podemos
acostumbrar a tanto.
¿Está calentándose la tierra tanto como están diciendo?. No
sé donde será eso, porque, al menos durante estos días,
desde Despeñaperros hasta Olot no se ha notado nada de eso,
otra cosa es si se mide en el mes de agosto.
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