El otro día tuve la oportunidad de sentarme a tomar café con
mujeres de distintas generaciones y en las que, como si de
un hilo cadencioso se tratase, le sonaban a melodía musical,
las retóricas de las distintas actuaciones políticas, que se
permiten el placer de imponer por encima de entender, y de
creer por encima de suponer que las decisiones no son
individuales, personales e intransferibles.
Hay valores universales que deberían estar por encima de
cualquier cosa, el sentido de saber que cada persona tiene
el derecho a decidir el color de su vida, pero sin matices
ni condicionantes que hagan borrar las sombras de las dudas.
Unas dudas que te condicionan y te hacen parecer no ser
alguien “normal”, simplemente porque dirigentes de la
política se han encargado de establecer límites a la vida,
una vida que deja de ser propia en el mismo instante que
deja de ser tuya.
Durante el tiempo que hemos estado en el Gobierno, hemos
dado cobertura a los mayores avances sociales que jamás
hayamos podido vislumbrar, y lo hemos hecho por una simple
razón, creemos en las personas, en la libertad, en la
inclusión, en la igualdad, en la equidad y en la pluralidad
de existir sin invisibilidad ni ocultamiento.
Apenas dos meses desde que ganaran las elecciones y ya se
están atreviendo a desmantelar y acabar con todo un sistema
de derechos como la Ley de Salud Sexual y Reproductiva, la
entidad del Instituto de la Mujer y la Educación para la
Ciudadanía.
¿Una casualidad?, no. Las tres cosas tienen connotaciones
ideológicas –para el actual Gobierno- y feministas y por
tanto, su desaparición lleva a situar de nuevo a las mujeres
en el borde del precipicio. Nos han vuelto a coger los hilos
para volver a ser manejadas por maridos, parejas, padres,
profesionales de la medicina, profesorado de la enseñanza y
por una política conservadora, impositora, dominante y
segregadora que en vez de gobernar para todos y todas,
deciden potenciar la exclusión y la desigualdad a base de
legislaciones dictatoriales.
Ahora entiendo la campaña del Centro Asesor de la Mujer de
Ceuta “No eres una muñeca rota para que te manejen” o las
palabras de Garbín cuando hablaba de “las mujeres tenemos
que sentirnos orgullosas de serlo”. Pues ni muñecas rotas,
porque no somos frágiles; ni recordarnos que tenemos que
sentirnos orgullosas por ser del género femenino, porque ya
lo estamos; lo que exigimos es igualdad y avanzar en
derechos para decidir, pensar, sentir y querer.
Porque si verdaderamente existe alguien o algo que nos
maneja, ese es el Partido Popular y sí, existirán mujeres
que querrán no haber nacido por culpa de las intenciones de
Mato o Gallardón que juegan a realizar precisamente lo
contrario a lo que acostumbran a predicar: los ideales de la
Constitución. ¿Cuáles? La recurrida, o la que establece que
todos y todas tenemos derecho a vivir en libertad y en
igualdad de oportunidades. Es evidente que esa palabra le
queda grande al gobierno del PP.
“Desde mi piel hacia dentro yo ejerzo mi más férrea
dictadura”
* Secretaria de Políticas de Igualdad del PSOE de Ceuta
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