Al igual que el primer viaje al exterior de Mariano Rajoy
tuvo como destino Rabat, como claro exponente de la
importancia que se otorga desde Madrid al papel de moderador
del norte de África y socio principal de la Unión Europea
del Reino de Marruecos, el primer desplazamiento
internacional del amazigh Saadedin al Otmani, Ministro de
Asuntos Exteriores del país vecino ha sido a España, lo que
protocolariamente constituye un gesto de deferencia ya que
ha optado por Madrid antes que por Paris.
Lo que no varían son los asuntos tratados, aunque el talante
es distinto y ahora parece haber un mayor deseo de
colaboración eficaz entre los dos países en temas cómo el
control de la inmigración donde se puede insistir tanto en
el cumplimiento de los Tratados Bilaterales firmados por
ambos Reinos cómo de la necesaria colaboración económica,
por parte de España, de las repatriaciones de ciudadanos de
terceros países que traten de acceder ilegalmente a nuestro
territorio. Es lógico que la inmigración africana que trata
de llegar a Europa a través de Marruecos sea un problema y
un asunto europeo y no exclusivamente marroquí.
Otra de las cuestiones son los Tratados de la Pesca y las
relaciones comerciales y culturales de los dos países, de
hecho existen centenares de empresas españolas instaladas en
Marruecos que generan allí los 15.000 puestos de trabajo que
no son capaces de generar en España y aunque el país vecino
es una clara economía emergente, a los empresarios españoles
les sigue siendo más lucrativo y beneficioso invertir su
dinero allí para aprovechar los menores costes y la mano de
obra más barata. Eso sí, como la reciprocidad es la clave
del buen entendimiento lo beneficioso para todos sería el
que las grandes empresas marroquíes invirtieran en España y
contribuyeran aquí a la creación de puestos de trabajo.
Reciprocidad aparte, será inevitable abordar la cuestión del
Sáhara que ha sido el caballo de batalla en los últimos años
de parte de la izquierda cutre-progre y bastante poco
inteligente porque un Sáhara marroquí implica que aquel
territorio se rige por las leyes marroquíes y se integra en
una administración que funciona, perteneciendo a un país que
cercano a la UE. Lo que no hay que olvidar es que los
lógicos intentos de quienes postulan la independencia del
Sáhara, pasan por nombrarse a ellos mismos gobernantes y
“gestores” de los dineros que vayan recibiendo de los
diferentes países en forma de cooperación internacional y
programas de ayuda, unas partidas dinerarias muy golosas y
cuyo destino final es muy difícil de comprobar. Pero no está
el mundo para inventar Estados Subvencionados, así que la
pertenencia del Sáhara a Marruecos no debería ser jamás
puesta en entredicho, por más que a la izquierda
zarrapastrosa le encanten las causas perdidas.
Con respecto a Ceuta y a Melilla esta es una cuestión ya
finiquitada y lo más sensato sería el que los marroquíes
dejen en paz a las ciudades españolas y España frenar
cualquier movimiento de apoyo a la llamada “causa saharaoui”
habida cuenta de que a los españoles, todas las “causas” nos
cuestan dinero y con ocho millones de pobres nacionales no
nos podemos permitir el lujo de financiar chaladuras y los
del Frente Polisario a muchos nos han parecido siempre una
gentuza y un factor de inestabilidad para la región que
Marruecos ni pue
de, ni va a permitir. Además ¿Beneficia en algo a nuestros
cinco millones de parados el apoyo a la causa de los del
Sáhara? En nada en absoluto y hoy por hoy nuestra prioridad
son los españoles que pasan calamidades y tienen que acabar
emigrando a construir las autopistas de Rumanía con la nieve
hasta la cintura. O se es pragmático en este siglo XXI y a
todos los niveles o nos vemos como Grecia.
En resumen, la visita del Ministro de Exteriores es un gesto
que se agradece en lo que vale y que tiene que ser
correspondido lo antes posible con el viaje de Rajoy a
Rabat.
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