Le oigo decir a un político, al
que últimamente le ha dado por la poesía, y en menos que
canta un gallo va y se pone a declamar versos, que se lo
pasa en grande como lector de libro de citas. Y además, a
quienes prestamos atención debida a sus palabras, nos regala
cada dos por tres alguna que otra frase hecha.
En esta ocasión, el susodicho político, al cual
mencionaremos como señor x, por razones obvias, nos habla de
la crisis como una circunstancia que forma parte de la vida,
ya que ésta es un proceso rico en situaciones y
circunstancias cambiantes. Y, como en nuestra reunión
prevalece el sentido democrático, la respuesta de unos de
los contertulios al señor x no se hace esperar.
-Llevas razón, toda la razón de mundo, señor x; tal es así
que la crisis económica ha hecho posible que los niños
griegos, por ponerte un ejemplo, hayan perdido la costumbre
de comer y ahora hayan dado en la manía de desmayarse en los
colegios por inanición.
El señor x, que se tiene por político eficiente y culto,
responde con cierta satisfacción: “Si supierais lo excitante
que es, tras pasar varios años de bonanza y aburrimiento,
tener una crisis real en las manos para poder enmendar todos
los desaguisados cometidos por un Gobierno anterior,
corrupto y despilfarrador. Eso no tiene precio. Es como
hacer una revolución.
Responde otro de los componentes del corrillo que se ha
improvisado en un local de la calle Jáudenes: “Señor x, ya
que has hablado de revolución, debes saber que se puede
hacer la revolución dondequiera, salvo en las
administraciones; incluso para acabar con todo hacía falta
destruir el universo y sólo acto seguido las
administraciones. Es una cita de la que tú, que declaras ser
tan amante de ellas, te acordarás del nombre de su autor,
que yo ahora no recuerdo”.
El señor x, intervengo yo, no tiene por qué conocerse de
memoria los nombres de los citadores, ni mucho menos; ahora
bien, me voy a permitir recitarle de carrerilla la
siguiente, que se le atribuye a Milton Friedman: “El
principal problema para un gobierno que llega al poder es el
control de los funcionarios. Todos explicarán que es
imposible hacer las cosas de forma distinta a como se vienen
haciendo habitualmente”.
-Bueno, habla otro de los presentes en la tertulia, el
gobierno local lleva ya mucho tiempo gobernando, y si le
preguntamos al señor x, como miembro que es del mismo,
seguramente nos dirá, en relación con la algarada que se
viene produciendo en los últimos días, por recortes de
salarios, que los funcionarios siguen creyéndose dueños y
señores del aparato administrativo. Y que son muchos los
funcionarios que trabajan duramente. Pero que si la
Administración es lenta, ineficaz y hasta absurda, parece
lógico que la responsabilidad recaiga en sus servidores, los
funcionarios. Y, claro, ello es así, porque en esta vida
suelen siempre pagar justos por pecadores.
El señor x se queda mirando fijamente a quien así se
manifiesta, y en vista de que él está convencido de que es
inteligente, no duda en decir la última palabra:
-Mira, Fulano, yo no sé, tras haberte oído, si tú estás de
parte de los funcionarios o del gobierno local. Por lo que
no sé si invitarte o mandarte a… donde el viento da la
vuelta.
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