Quiere alguien tal vez agitar el fantasma del “¡rassismo!”
por las palabras del ministro de Educación sobre los
marroquíes que van a estudiar a Melilla ? Anuncio que el que
vaya en busca de victimismos pueriles se dará un batacazo,
porque en la España multicultural, donde en algunas escuelas
públicas se encuentran en una misma aula alumnos de diez
nacionalidades distintas, hablar a estas alturas de “¡rassismo!”
es un recurso demasiado primario y excepcionalmente burdo.
Dicen que la ignorancia es muy osada, pero aún más osado es
el tener que mantener contra viento y marea el papel de
“víctima perpetua de la discriminación” y hacerlo de forma
artificiosa a base de arrogarse el papel de “inquisidor de
matices”. Estimo que el desliz del ministro al confundir la
realidad educativa de Melilla con la de Ceuta no es una
tragedia, a no ser que Alí sea cómo los napolitanos “que
crean la tragedia para vivirla”. Y para tratar de
capitalizarla ante la comunidad musulmana en plan “¡Mirad
cómo os defiendo, que no se os olvide de aquí a cuatro
años!”. Lo dicho, no cuela.
Y tampoco es ninguna ofensa equivocarse y decir que
estudiantes marroquíes acuden a Ceuta a estudiar porque ¿Es
que a Alí le han hecho algo los marroquíes?. No me gusta
nada el matiz que va adoptando el discurso de Alí ya que,
por mucho que defienda la españolidad de los musulmanes
ceutíes ello no tiene por qué conllevar el rechazar a los
vecinos y esa especie de intento desesperado de “marcar las
distancias”.
Mucho más sensata la opinión de los de educación de CCOO,
aunque el discurso viene a repetirse en lo referente al
fracaso escolar que muchos no admiten que se deba a
cuestiones lingüísticas y no tan sólo porque el castellano
sea nuestro idioma y estamos obligados constitucionalmente a
conocerlo, sino porque en la España de las Autonomías el
bilingüismo y el trilingüismo es algo con lo que han tenido
que bregar los escolares, sin que ello repercuta en el
rendimiento del alumnado ya que los niños son cómo esponjas
y si el método didáctico es el adecuado utilizan
indistintamente los idiomas.
Pero, razones del fracaso escolar al margen, las frases del
ministro no son ofensivas desde el momento en que reflejan
una parte de la realidad melillense. Y tampoco en dos meses
puede haberse empapado Wert lo suficiente cómo para conocer
al dedillo la realidad educativa española, con excepción
probablemente de la urgencia de que se suspendan las
transferencias en Educación a las Autonomías, como anda
pidiendo Rosa Díez profunda conocedora de lo que se cocía en
aquellas “ikastolas”y que se centralice para que no se
produzcan los abusos terribles que están aconteciendo en
regiones autónomas como Cataluña donde los
castellanoparlantes son poco menos que “perseguidos” y les
son negados su legítimos derechos.
¿Comprenden cómo comparado con la agobiante realidad
española los agravios y el victimismo de Mohamed Alí no
llegan a alcanzar ni la categoría de simple anécdota de la
España de Alfredo Landa? ¿Y comparecerán los de Caballas
“haciéndose los doloridos” a ver si pueden capitalizar en
“algo” las palabras del ministro? ¿Esgrimirán la espada de
Damocles de la posibilidad de invocar al “¡rassismo!” para
volver a subrogarse en el papel de “víctimas” y de “eternos
aludidos”? Torpes tentativas, porque se les ve venir a
leguas y se les conoce hasta metidos dentro de una talega,
porque son muy evidentes.
Lo que deberían hacer es dar las gracias al ministro por
interesarse por la educación en las dos ciudades hermanas y
porque, tal vez nos haga un guiño para potenciar la
capacidad de nuestros escolares y contrate para ellos el
Método Kumón. Técnicas punteras y espectaculares existen y
reivindicarlas si es una digna tarea. Siempre que se sepa,
por supuesto, un “algo” en materia educativa.
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