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OPINIÓN - DOMINGO, 29 DE ENERO DE 2012

 

OPINIÓN / ANALISIS

Cuando la despedida se transforma en un escenario de patriotismo y emoción
 


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Nuestros soldados parten hacia el Líbano, una experiencia única y un recuerdo que será tan imborrable como la despedida que les ha dispensado el pueblo de Ceuta. ¡Quien pudiera! Porque para un militar acudir a una zona de conflicto y puede que recibir su bautismo de fuego es algo que, como el sacerdocio, imprime carácter. O sí no que se lo digan a nuestros héroes desplegados en la guerra de Afganistan (porque es una guerra donde los hombres mueren) por más que la presencia militar, por la moral flatulenta que nos han venido imponiendo los del “pensamiento único”, siempre se trate de “justificar” dotando a los soldados de una especie de halo onegetista bastante grimoso y que no se adecua a la realidad. Y no es que servidora, nieta, biznieta y tataranieta de militares, sea persona de talante belicoso, sino que tengo plena conciencia del peligro al que se exponen los militares y por ello de su innegable valor.

Y todos los presentes en el acto solemne, en una fría mañana de enero, detectábamos la fuerza y la voluntad que emanaban de ese contingente uniformado y compacto, que ciertamente tenía muy poco aspecto de acudir al Líbano a ayudar a los veterinarios y dar clases de español. De hecho, para impartir el idioma está internacionalmente el Instituto Cervantes y lo de desactivar minas tiene muy poca gracia y bastante riesgo. Riesgo lógicamente atenuado por la compañía de su Madre, Nuestra Señora de África que va a plantar sus reales en la tierra donde antaño crecían los cedros a los que la Biblia se refiere de forma poética. El “Libre Hidalgo XVI” parte con una preparación excelente y todos sus miembros adquirirán una experiencia que es necesaria para todos los guerreros, sus antepasados de los Tercios de Flandes lo tenían bien claro y el talante español es así, para que nos vamos a engañar. ¡Y se libre el Hezbolláh de hacer escaramuzas porque se puede encontrar con lo que no se espera!.

¿Un único pequeño fallo dado el ambiente? El que el Comandante General no aprovechara el hermoso acto para haber organizado una jura de bandera para la población civil, demanda largamente solicitada por muchos ciudadanos que tenemos el derecho por un lado y la obligación ética por otro, de jurar nuestra bandera, como lo han hecho todos aquellos que nos precedieron. Se ve que el clamor popular no debe ser lo bastante fuerte cómo para sensibilizar a aquellos que tienen la potestad de otorgarnos esa gracia, rectifico, de gracia nada, ese derecho inalienable de todo español. Y la belleza de la despedida y el adiós emocionado de nuestros hombres se habría multiplicado añadiéndola una jura de bandera. Por más que los de protocolo aludan a que ni era el lugar ni tampoco el momento, porque ellos dicen saber mucho de actos institucionales sin pararse a reflexionar que, sobre el corazón de los patriotas no manda el protocolo.

Con todo y con eso, la despedida fue una ceremonia rayana en la perfección que “enganchó” espiritualmente a los privilegiados que la presenciamos, disfrutando con los discursos y con el desfile ¿Lo mejor? la ocasión de gritar ¡Viva España! Y que sonara en honor de los valientes, que es sonar como Dios manda, será que Dios manda en todo lo bello y lo bueno del Universo y por supuesto en el Ejército Español.
 

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