En una jornada desapacible, con el
frío en el cuerpo y el alma, la reducida comunidad judía
ceutí conmemoró el pasado viernes con un sencillo acto
simbólico el Día de la Memoria del Holocausto, establecido
por las Naciones Unidas el 27 de enero para recordar el
“exterminio industrial”, en palabras de mi querido amigo
Jacob Hachuel, de la histórica comunidad judía asentada
desde centenares de años en el corazón de Europa. Ésta vez
no fue un Decreto de Expulsión como el de 1492 en España,
salvable mediante la conversión forzada al catolicismo, ni
una serie de sangrientos “progroms” tan habituales en la
Rusia zarista o, periódicamente y según soplara el viento,
en los países sometidos al férreo control del Islam. Desde
1933 la culta e inteligente Alemania, cuna de renombrados
pensadores abducida por el nacional-socialismo, puso
progresivamente en marcha toda una maquinaria impulsada por
el Tercer Reich que desembocó, a lo largo de la II Guerra
Mundial, en la matanza planificada de seis millones de
judíos de buena parte de Europa, acompañada en su cruel
destino por otras minorías como la gitana y de oponentes
políticos de diferente signo.
Prefiero el término “Shoá”, latinizado del hebreo ha´shoáh
al de “Holocausto”, pues no en vano éste último no deja de
tener cierta reminiscencia religiosa. En la patria histórica
del Judaísmo, Israel mismamente, esta fecha se conoce como
Yom ha-Sho´ah, Día de la Catástrofe. Una catástrofe de la
que aun hoy, 67 años más tarde del fin de la II Guerra
Mundial, el pueblo judío no se ha recuperado
demográficamente hablando. También es útil recordar las
corrientes negacionistas que pretenden, en vano, ocultar y
minimizar el intento de exterminio masivo de todo un pueblo
por los nazis. Al lado de autores de diferente pelaje como
el británico David Irving, ha destacado en los últimos
tiempos el presidente de la República Islámica de Irán, el
fanático e iluminado Mahmud Ahmadineyad, quien en diciembre
de 2005 y después de tras solo cuatro meses en el poder,
hizo suyas éstas palabras del ayatoláh Jomeini: ” Israel
debe ser borrado del mapa y la nación musulmana no permitirá
a su enemigo-histórico vivir en su propio corazón”,
matizando más tarde que Israel “es contrario a la
naturaleza” y que “pronto asistiremos a su desaparición y
destrucción”. ¿Acaso pretende Ahmadineyad emplear el
armamento nuclear, que está a un paso de conseguir, para
emular a Hitler en su particular versión de la “Solución
Final”…? Solo en cuanto a la historicidad del genocidio, el
neonazi Ahmadineyad es también concluyente: “Ellos han
inventado una leyenda en la cual los judíos fueron
masacrados y la pusieron por encima de Dios, las religiones
y los profetas”. El 11 de diciembre de 2006 Teherán acogía
la Conferencia Internacional para la Revisión de la Visión
Global del Holocausto, en la que se negó la existencia de
las cámaras de gas y de los campos de exterminio. A la misma
asistieron, entre destacados líderes musulmanes, una nutrida
representación del Ku Klux Klan, grupos neo nazis europeos
e, incluso, representantes de la secta judía Naturei Karta.
La reacción internacional fue dura e incluso el secretario
de las Naciones Unidas, Kofi Annan, tras recordar que Israel
es un antiguo miembro de la organización, instó a todos los
estados miembros a “luchar contra la denegación y educar a
sus poblaciones acerca de los hechos así establecidos por la
versión histórica del Holocausto, en los que un tercio de
los judíos fueron asesinados, junto con innumerables
miembros de otras minorías”.
Físicamente no me fue posible estar el viernes allí. Pero
valgan éstas líneas para seguir mostrando tanto mi profunda
simpatía como mi solidaridad y apoyo activo al acosado
pueblo judío, allí donde se encontrare. Lejaim, por la vida.
Shalom leculam.
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