PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - DOMINGO, 29 DE ENERO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

La loca de la casa
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Hace ya muchos años que entrevisté yo a Carmen Romero, mujer entonces del todopoderoso Felipe González. Aquella entrevista me la facilitó mi siempre recordada María del Carmen Cerdeira, entonces delegada del Gobierno. El sitio elegido fue una sala muy pequeña perteneciente a la sede que el partido socialista de Ceuta tiene en la calle Daoiz.

De aquella entrevista conservo yo recuerdos imborrables. De entre ellos, jamás podré olvidar la complicidad de ambas mujeres para que yo pudiera sentirme a gusto con ellas. Y a fe que me hicieron pasar un rato inolvidable. La entrevista dio para mucho. Tanto como para que el entonces director del medio para el cual yo escribía se negara, en un principio, a publicarla. Debido a que el titular rezaba así: “Felipe González, como buen torero que es, pone cuernos”.

Pero en aquella entrevista, que ustedes pueden buscar en la hemeroteca, no conté lo mucho que yo hablé entre bastidores con dos señoras que en aquel momento estaban en su apogeo. Debo decir, aunque se me tache de persona finchada, que a Carmen me la gané yo en el preciso momento en el cual le hablé de cómo su padre se había metido en el bolsillo a los sevillanos por su labor a favor de las personas con síndrome de Down.

A partir de ese momento, CR no dudó en abrirme las puertas de su intimidad y se expresó de manera que me hizo corresponderle con el silencio de quien sabe que a veces las personas entusiasmadas dicen cosas que son contraproducentes para su devenir. De modo que me limité a publicar lo que a mí me pareció que no podría hacerla sentirse molesta al día siguiente.

No obstante, la mujer del entonces presidente del Gobierno de España, sintiéndose segura conmigo, gracias a que María del Carmen Cerdeira le hacía señales evidentes de que se entregara a la causa, principió a preguntarme por la vida en esta ciudad y de qué manera quienes escribíamos en periódicos podíamos opinar en sitio donde ocurrían pocas cosas.

Y le respondí que imaginando… Y ella, Carmen Romero, tan amante de la literatura, me contestó que aliarse con la loca de la casa era tarea compleja en una ciudad pequeña. Compleja y peligrosa. Aunque no tuvo el menor inconveniente en celebrar mi disposición a contar cosas distintas en un sitio donde todos los días se escribía nada más que de cuanto sucedía en los centros oficiales. Que era casi siempre lo mismo.

La loca de la casa, por si ustedes no se han percatado aún, es la imaginación. La necesitada por quienes escriben para hacer la columna diaria. Regada con mala leche y escrita de modo que sea capaz de avergonzar a quienes redactaron la sentencia que ha declarado inocente a Camps.

Válgame lo dicho, amén de homenaje a las dos Cármenes, la señora Romero y la señora Cerdeira, para recordarles a cuantos escriben en periódicos que, cada vez más, están cayendo en la tentación de no imaginar. De no darle participación a la loca de la casa en sus artículos. Lo cual, en una ciudad pequeña, en la que, salvo excepción, siempre sucede lo mismo, no deja de ser un canto a la monotonía. Y una manera cansina de entender la vida. Y, claro, llega un momento en el cual los lectores se aburren. Porque se saben de memoria lo que se les va a contar. Y es que los políticos tratan de impedir que la gente se meta en lo que sí le importa.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto