Hay que partir de la base de que
el Príncipe es una barriada más de la ciudad en la que viven
y conviven todo tipo de personas, aunque predominan las
buenas personas y luego existe algún grupúsculo de
indeseables que crean problemas, como en todas partes. El
gran problema del barrio es que, por intereses políticos
claramente espúreos, han tratado de estigmatizarlo y de
presentarlo cómo si fuera uno de esos desdichados poblados
marginales de chabolas, sin aceras ni alcantarillado, con
ratas como leones comiendo de los montones de basura, si
acceso a la red eléctrica y con los yonkis pinchándose
acurrucados en las esquinas y arrojando las jeringuillas a
los charcos. Pero eso se llama Las Barranquillas y lleva el
nombre de muchos desgraciados enclaves chabolistas de
nuestra geografía, que no son el Príncipe, por supuesto.
Para los que viven entre cartones, chatarra y techos de
plástico, esa barriada, con sus bloques y viviendas de
pisos, farmacia, comercios y bares con algunas casas de
apariencia francamente cara, el Príncipe es poco menos que
la Puerta de Alcalá de Madrid y el distrito entero del
barrio de Salamanca.
¿Y por determinados hechos puntuales o porque exista un
grupo de pandilleros sin detener que tira piedras a la
Policía puede considerarse un barrio como “marginal”? Para
quienes conocemos barrios marginales “de verdad” con
trapicheo de drogas en cada tramo de las aceras, las putas
despachando con los clientes en los portales y tirando los
preservativos usados a la calle, los drogadictos enzarzados
en continuas peleas, los tironeros acuclillados vendiendo lo
robado cada metro y medio, las bandas a navajazos y a tiros
cada noche y la Policía entrando en las casas con los mazos
en las redadas, el Príncipe es un barrio ejemplar. Y por
mucho que se esté en Ceuta no podemos desvincularnos de
forma tan artificiosa de la auténtica realidad española.
Pero durante demasiados años, los manipuladores han estado
intoxicando a los vecinos, repitiéndoles “lo mal que están”
y “los derechos que tienen y les son negados”. ¿Derechos que
les son negados? Lógicamente ninguno de los políticos
intoxicadores que tratan de incentivar el comportamiento
victimista de los del Príncipe se ha tomado jamás la
molestia de constituir una delegación de habitantes del
barrio, trasladarla a la Península y hacerla visitar lugares
marginales “de verdad” para que comprendan lo afortunados
que son teniendo lo que tienen.
¿Culpable? El Gobierno de la Ciudad Autónoma de Ceuta en su
totalidad, por haberle bailado el agua a los manipuladores,
por miedo, por complejos, por el cobarde “no vaya a ser que
digan...”. Pues yo les digo, que, por parte de la ciudadanía
y de la mayoría absoluta de los contribuyentes, pueden decir
misa en arameo y usar mucha hisopadura y los “¡Vade retro!”
que les salgan de los huevos, pero ni el Príncipe, ni
Poblado Regulares, ni Benítez, ni Hadú ni ninguna otra
barriada de Ceuta puede tener un trato privilegiado, con
planes “específicos” ¿Que hay paro? Cómo en toda España ¿En
qué barrio español no hay parados? Desde trabajadores de a
construcción a empleados y 100.000 pequeños empresarios de
las pymes que han visto quebrar sus negocios, más 300.000
arrojados de sus casas por no poder pagar las hipotecas, más
1.000.000 de “sintecho” durmiendo en los cajeros y en las
escaleras del metro. ¿Tendremos una poquita de vergüenza y
dejaremos de faltarle al respeto a la España que hace colas
en los comedores de Cáritas? Me pregunto.
Así el Príncipe y sus supuestas “carencias” han sido el arma
arrojadiza de partidos a los que les ha interesado
dramatizar la realidad y pinchar a los vecinos contra el
Gobierno, contra “este” Gobierno, contra “cualquier”
Gobierno y a eso se le llama “intentos de
desestabilización”. ¿Para qué? Que respondan quienes tengan
que responder, porque para eso les pagan. Pero las
tentativas de enardecer al vecindario no parecen haber dado
sus frutos en número de votantes y Coalición Caballas se
bate en retirada abandonando la desigual, injusta y
discriminatoria “Comisión Institucional del Príncipe”, que
es una especie de carga de profundidad contra el Principio
de Igualdad del artículo 14 del texto constitucional ¿Y por
qué Benzú no y el Príncipe sí? ¿Y por qué Hadu no tiene
“Comisión Insitucional”? ¿Y por qué no la tienen los Rosales
y el Morro?. Esto es oprobioso y se ve mucha alevosía y
mucho de maricomplejines por parte de quienes están
dispuestos a comulgar con ruedas de molino cada mañana en
virtud de ser profesionales de la buena conciencia.
Que son un grupo puramente simbólico, frente a miles de
ciudadanos que ni admiten tratos privilegiados ni comprenden
el por qué esos tipos de Caballas piden anualmente ¡millones
de euros para el Príncipe!, cuando en cientos de puntos de
nuestra geografía la gente vive de las sobras de los
restaurantes donde, los camareros, sabiendo el hambre que
hay, tratan de no tirar los restos de los platos a la basura
y de aprovechar todo lo aprovechable para entregarlo
envuelto en papel albal a quienes esperan en las puertas
traseras. Y no es que, por supuesto, no se vayan a dar. Sino
que no puede permitirse el que unos desaprensivos vuelvan la
espalda a la España que sufre y pasa calamidades y le escupa
a la cara teniendo la osadía de pedir ¡6 millones de euros
al año para el barrio! ¿Saben esos tiparracos el hambre que
se puede quitar a miles de criaturas con esa cantidad? ¡Me
cago en todo lo que se menea! ¿Es que los ciudadanos vamos a
tener que movilizarnos y la sociedad civil dar una respuesta
en los Juzgados a quienes tratan de conculcar la
Constitución y trato desigual?
Manuel Fraga Iribarne siempre decía que para él, lo peor en
política era la frivolidad. Pero lo decía porque él no vivió
en sus años jóvenes políticos la lacra del “buenismo” ni
tampoco el repulsivo “victimismo” como opción.
¿Que Caballas se retira de la Comisión del Príncipe? Lo que
se tiene que disolver es la Comisión o por el contrario
hacer una por cada barrio de Ceuta para no caer en el
agravio comparativo que se está perpetrando. No obstante el
hecho de “existir” para Caballas implica el tener siempre
algún caballo de batalla al retortero y si no lo tienen lo
fabrican, pero el rollo del Príncipe cómo arma arrojadiza ha
tocado fondo y no da más de sí. Porque ni son las
Barranquillas, ni lo han sido, ni lo serán jamás.
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