Es, hasta ahora, la decisión más
valiosa de cuantas ha iniciado el PP, desde su llegada al
Gobierno de la Nación.
Y naturalmente se ve que el jefe de ese departamento sabe a
donde va y qué es lo que quiere, desde el primer instante.
Los comentarios suscitados por los temas abordados por Ruiz
Gallardón ponen como anuncio estrella del ministro de
Justicia la reforma de la Ley del Aborto, para exigir el
consentimiento de los padres.
Éste es el comienzo del buen camino, una vez superadas las
vivianadas y las pajinadas a que nos iban acostumbrando los
del capullo, cada vez más marchito.
No ha hecho falta más que una comparecencia, la primera y
única, de Alberto Ruiz-Gallardón para darse cuenta todos de
que esto va en serio, que las progresías baratas están
sobrando y que la regeneración moral estaba pidiendo, a
gritos, ser abordada.
Gallardón anunció una profunda reforma en la Justicia, con
la inclusión del pago de tasas para recurrir. El “gratis
total”, afortunadamente, se va a ir desterrando. Importante
iniciativa, pero nada si se compara con la reforma de la Ley
del Menor, que viene al pelo en los momentos más trágicos de
la Justicia y, muy especialmente, tras la sentencia por la
muerte de Marta del Castillo. Todo influye en esta vida y
esa sentencia puede haber movido más de lo que se esperaba.
Una reforma de la Ley del Menor para juzgar conjuntamente a
menores y mayores por delitos graves realizados
conjuntamente. Aquí a cada uno lo suyo.
Y el tercer paso de los de verdad, sin que le tiemble el
pulso al ministro está en la posible instauración de la
prisión permanente revisable. Es una forma edulcorada, pero
cierta, de hablar, para ciertos casos, de la “cadena
perpetua”.
¡Qué Dios nos coja confesados!, habrá dicho más de uno, pero
ya iba siendo la hora de abordar toda esta serie de aspectos
que se habían ido deteriorando, cada vez más, con el paso de
los tiempos.
Tres pasos en una sola zancada, por un lado “tocando el
bolsillo” con la creación de una nueva tasa judicial, con lo
que las partes pagarán los costes del proceso, a partir de
la segunda instancia y la cantidad se les reintegrará si su
demanda prospera.
Esto, aunque parezca lo menos, agilizará los procesos,
porque habrá muchos menos litigios.
La Ley del Menor había nacido deforme, por exceso de
progresía en su nacimiento y ahora, en los casos de delitos
graves, en los que haya implicados adultos y menores, todos
van a ser investigados y enjuiciados conjuntamente.
El grito en el cielo ya lo han empezado a poner quienes
tanto daño han hecho con las progresías que degeneraron, un
poco más, la sociedad. Y es que olvidan o no se dan cuenta
de que este paso no tiene por qué suponer merma alguna de
los derechos del menor, pero se le juzgará por sus hechos,
sean con quien sean.
Y el tercer eslabón de esta perfecta cadena está en el
estudio de la posible instauración de la pena de prisión
permanente revisable, algo que sería una pena excepcional
para supuestos muy concretos y restringidos, que hubieran
causado una gran alarma social.
Algo serio se ha iniciado. Un ministro con los pies en el
suelo y sabiendo donde pisa, ha dado el primer paso. Es el
primer paso de verdadera altura, y sin hacer ningún tipo de
algarada.
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