Una cosa es preocuparse ante una acción delictiva y otra
dramatizar en plan napolitano, es decir, “crear la tragedia
para vivirla”. Existen delitos de especial gravedad capaces
de generar una innegable alarma social como pueden ser los
homicidios, las violaciones o los robos con extrema
violencia. Pero hay otros hechos delictivos de mediana
intensidad que pueden prevenirse “empleando los medios” como
suele decirse y “con mayor presencia policial”, es decir, un
coche patrulla por calle poco más o menos, a decir de
algunos. Pero en el mundo real “donde menos se espera salta
la liebre” y por muchas medidas de control que existan nadie
puede evitar que dos tipos se enzarcen en una pelea y acaben
lesionados, o que otro aproveche la aglomeración ante un
puesto del mercado para robarle el monedero a un ama de
casa, o que un imprudente se exceda en velocidad y atropelle
a un peatón. La vigilancia es fundamental. Pero los hechos
del día de ayer en el Príncipe donde en una riña se acabó a
balinazos y resultó herida una vecina son delictivos pero
tan sólo podrían evitarse con un policía por portal o con
unas leyes tan extremadamente duras que resulten
disuasorias.
Respóndanme sobre si a alguno de quienes son capaces de
delinquir en Ceuta tendrían los cojones de perpetrar
idéntico delito en Marruecos, me responderán que “jamás de
los jamases” porque las estrictas leyes marroquíes son de
por sí capaces de amedrentar por anticipado a quienes tengan
la intención de cometer cualquier crimen, la razón es que
saben muy bien lo que les espera.
En cualquier sociedad siempre existirán ladrones y
estafadores, psicópatas con instintos sanguinarios y
atracadores, pederastas y violadores. Luego el hecho de que
lleven o no lleven a cabo sus tendencias depende y mucho de
la dureza de las leyes. Si la policía detiene a un tipo que
cuenta con unos centenares de antecedentes y este queda en
libertad el problema no es de la falta de vigilancia sino de
la laxitud de las leyes. Si una Ley del Menor perversa y
necia deja en libertad a auténticos criminales y da
sensación de impunidad a indeseables la culpa no es de los
delincuentes, que van a lo suyo, sino de un sistema que se
muestra incapaz de acojonar a esos delincuentes. ¿Por qué
creen que durante años nuestro país ha sido Eldorado de las
mafias del Este y las bandas han venido de forma abrumadora?
Porque en sus países el robo de una gallina es paliza y
cárcel y aquí la policía ha de ser garantista y muy
respetuosa y las leyes son blandas con los malos y crueles
con el resto.
Eficacia policial y presencia policial, pero con leyes que
les respalden sin resquicios y políticos que no enreden por
conveniencia entrometiéndose en las acciones policial y
judicial. Siempre existirán delincuentes, el tema es que
tengan o no tengan miedo a delinquir. Siempre existirán
psicópatas, el tema es que tengan la certeza de que acabarán
de por vida en un psiquiátrico penitenciario.
Por mucha policía que exista y por más que la ciudadanía
colabore denunciando anónimamente o de manera pública,
siempre podrá producirse un crimen de forma esporádica. No
existe ni una sociedad perfecta ni vivimos bajo las cámaras
del Gran Hermano todos controlados las 24 horas del día.
¿Prevenir o disuadir? Ambas cosas, para prevenir la policía
y la colaboración de los ciudadanos y para disuadir las
leyes penales, un formidable conjunto que nos hará vivir con
mayor seguridad.
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