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OPINIÓN - VIERNES, 27 DE ENERO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Francisco Antonio González
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Jamás me atrevería a propalar que mis relaciones con él hayan sido cordiales. Porque mentiría si me diera por decir que nos hemos tratado de manera amistosa y franca. Nunca hubo motivo alguno para que primara entre nosotros ese entendimiento que hubiera propiciado el poder contarnos algunos pasajes de nuestras vidas teniendo la certeza de que nadie más pudiera enterarse.

Entre Pacoantonio y yo, durante muchísimos años, nada más que existió el deseo de darle cabida a nuestra educación cuando se nos presentaba la oportunidad de hablar. Supimos, salvo contadas ocasiones, domeñar nuestros impulsos. Porque entendimos muy pronto que si nos dejábamos llevar por nuestras emociones, seguramente no hubiésemos tenido la fiesta en paz.

Pacoantonio es un hombre hecho a sí mismo. Y, desde luego, nadie podría echarle en cara que hubiera podido hacerse mejor. Sobre todo físicamente. Sepan ustedes que hubo una época en que las muchachas casaderas le encontraban un parecido enorme con Mario Conde. Eran otros tiempos y González Pérez lucía palmito mientras se abría camino en la política activa.

Un día, cuando Aznar se hacía el artículo para convertirse en presidente del Gobierno de España, fue Pacoantonio quien hizo de gentil cicerone de él en esta ciudad. Y estuvo a su lado cuando el candidato dio una conferencia de prensa en el Parador Hotel La Muralla. Aquello suscitó envidias. Algo normal en ciudades pequeñas.

Cuando González Pérez era diputado, que lo fue muchos años, nada más llegar a su casa lo primero que hacía es hablar del delegado del Gobierno. Y cuanto decía era aireado por los medios. Y era así porque el diputado del PP entendió muy pronto que hacerse amigo de un periodista era de suma importancia. Y a fe que nunca le faltaron amigos en la profesión.

Días atrás, no sé si en este espacio o en la miscelánea semanal, recordaba yo la conveniencia de concederle los cien días de gracia que todo gobierno o cargo necesita. Y hasta me hice la promesa de no hablar apenas nada de Pacoantonio como delegado del Gobierno. Pero el hombre propone y… Ya que, desde que tomó posesión de su cargo, Pacoantonio no ha dejado de generar noticias. Todas ellas dedicadas a resaltar las cualidades que atesora el hombre que está viviendo su gran momento. Un momento que ha venido a paliar ese otro que todos conocemos y que le tuvo sometido a un modo de vida donde no tengo la menor duda de que las personas que superan tan mal trance salen favorecidas. Tan favorecidas como para saber que los halagos excesivos acaban produciendo debilidad en quienes los reciben.

Francisco Antonio González es político viejo y se sabe de memoria que en política, lo verdaderamente importante cabe en la punta de una servilleta. Frase que habrá tenido tiempo de oírle más de una vez en el Congreso de los diputados a Iñaki Anasagasti. Y sabrá también que no es bueno dejarse mecer por los elogios cuando aún no le ha dado tiempo a dormir en el edificio de la plaza de los Reyes.

Por lo tanto, y con mis mejores intenciones, le sugiero que es conveniente que su labor, que promete ser buena, vaya adquiriendo ribetes de silencios sonoros. Que son los mejores. Para poder afrontar los momentos difíciles. Que los habrá.
 

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