Subraya que además de la penosidad del trabajo y
peligrosidad por la violencia de las últimas fechas, no se
les reconoce la especialidad de frontera que sí tienen en
cambio en Ceuta y Canarias. El sindicato CEP admite que
“ningún policía quiere ser destinado a la frontera”.
La Confederación Española de Policía (CEP) ha denunciado las
condiciones en las que trabajan los funcionarios el Cuerpo
Nacional de Policía en la frontera de Melilla, donde demás
de no reconocérsele la especialidad y sufrir infinidad de
riesgos laborales, a ello hay que sumar agresiones como las
sufridas estos días. El caso más importante, el acaecido el
pasado jueves, cuando dos coches que supuestamente habían
sido robados en Melilla, intentaron evitar el control de la
Policía Nacional arrollando a uno de sus agentes, que
resultó herido en una de sus manos. La CEP demandará
soluciones a todos estos problemas porque, como ha admitido
a MELILLA HOY el secretario regional del CEP para Andalucía
Oriental y Melilla, Juan Carlos Gil, en las actuales
condiciones, “ningún policía quiere ser destinado a la
frontera” de nuestra ciudad.
Juan Carlos Gil ha señalado que va a poner sobre la mesa de
las autoridades sendos informes, uno elaborado por el propio
sindicato y otro por la Dirección General de la Policía
sobre los riesgos laborales que padecen los agentes en los
puestos fronterizos de Melilla.
Así ha anunciado que en las entrevistas solicitadas al
presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda y al
delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, dará a conocer
estos informes que ha tachado como “completos y
demoledores”.
Aunque no ha querido avanzar los detalles de los mismos
hasta que no lo sepan las autoridades, el secretario
regional del CEP para Andalucía Oriental y Melilla ha
señalado que recogen todos los riesgos laborales que padecen
los agentes destinados en los puestos fronterizos, como
peligrosidad, penosidad y contaminación ambiental y
acústica. “Podemos decir que el cien por cien padece el
síndrome del quemado” ha apuntado.
También pone en cuestión la rampa que existe entre la
llamada “tierra de nadie” y la frontera de Beni-Enzar, lo
que origina además de las dificultades físicas en el
control, situaciones que son más propicias para que por
ejemplo menores extranjeros no acompañados puedan
introducirse ilegalmente en Melilla. “Se pegan como una lapa
a los laterales de los vehículos para no ser vistos pero si
un conductor de un camión o un coche se pone nervioso y dan
un volantazo, podemos estar ante una desgracia” ha advertido
Juan Carlos García.
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