¿Sabes Pedro? Desde que publiqué mis dos cartas anteriores,
me ha sorprendido la cantidad de gente que me ha parado por
la calle, para hablarme de tus hechos buenos. Y sinceramente
me ha agradado que todos ellos recuerden lo que tú hicieses
por los demás, cuando las cosas no pintaban buenas para casi
nadie en nuestra casa.
Uno… me para en la calle y…me cuenta: ¡Yo le acompañe un día
cuando Pedro, llevaba mantas y comida a las gentes que
vivían en casas de madera que junto al mar había, para que
no pasasen frío! Un segundo… me dice… ¡Un familiar mío pudo
pagar su operación porque Pedro, le dio el poco dinero que
tenia, aunque luego él tuviese que esperar un mes más para
comer algo mejor!. Otro… ¿Cuánto te pueden hablar las gentes
de la barriada de Manzanera de sus hechos, si se atrevieran?
Y así otro, otro…y otro siguen contándome cosas buenas de tu
vida desde que llegaste a Ceuta siendo un treintañero.
¿Y sabes Pedro? Estas confidencias me agradan… porque, a
pesar de mí suspicacia, es al final como tu me decías: ¡Esa
gente esta ahí, aunque no se les oiga!. Porque esta es sin
duda tú obra que queda en esa gente necesitada que todavía
respira a nuestro lado. Y ya empiezan a oírse. ¡Solo me
gustaría que lo dijesen en una carta a los medios de
comunicación de Ceuta. ¡Es la única forma de enterarnos de
su verdadero agradecimiento! Gente deudora que como tú me
dijiste un día: ¡Javier…están ahí! ¿Sabes, a lo mejor tenías
razón, pero que lo digan públicamente?
Por tanto, que empiecen a callarse esas voces malignas y
vanas. Esas voces que sin pasado agradecido te maldicen
interesadamente. Esas voces que te insultan a escondidas,
buscando, todavía no sé, un no se qué de beneficio personal.
¡Cuantas sombras de retratos interesados les acompañan,
anidando en sus hueras almas solitarias e interesadas!
Porque así, y sin gastar aguas carentes de costumbres o de
tiempos, la gente te recuerda agradecida. ¿Cuantas sombras
agonizan en los corazones de las gentes que todavía te
necesitan? Y será como un día me dijo el fallecido Mizzian
¡Ojala, hubiera más gente como él. Ceuta no sabe lo que esta
perdiendo!. Y lo que estábamos perdiendo era gente que ¡Cómo
tú Pedro Gordillo!, son capaces de aguantar las penas y
daños de las gentes de Ceuta menos favorecidas y dolientes.
Creo, que ya las malignas voces que cuidadosamente procuran
destruirte para preservarse ellos mismo están silenciándose.
Esas voces que intentan ocultar la verdad de la historia de
las personas, se están acallando y avergonzando cada día que
pasa. Porque, sus sombras desaparecen, enterrándose junto
con sus ambiciones personales. Son solo voces que buscan
ahondar veneno en los corazones que creen heridamente
abandonados. Más cada día son más los que empiezan a acallar
las voces de furia que intentar llenar sus corazones de
mentiras y olvido.
Porque, poco a poco, empiezan a surgir lentamente las almas
que desean recobrarte junto a ellos. Ahora, repentinamente,
mucho desean recobrar tus hechos de ayuda. Hechos de aquel a
quien llorando les escuchaba. Porque hablándote de sus
penas, las lúgrubes palabras de su invierno se acababan. Y
estas son cosas que aglutinaran los hechos inseparables y
nunca perdidos de su vida.
Porque, los pobres solo saben sus nombres y sus necesidades.
Pero tú sabias sus nombres, sus necesidades y además
procurabas resolvérselos. Este quizás es un hecho y virtud
que pocas personas poseen. Y tú has hecho gala de tenerlo en
tu persona y demostrado con acciones reconocidas que ahí
están a la vista de todos.
Es por ello, hora de acabar con esa inmóvil sociedad cerrada
pendiente de los favores que nos acorralan. Porque,
necesitamos que gentes como tú ¡Pedro Gordillo!, sigan
cosiendo las almas con las agujas de caridad que trabajan a
favor de los necesitados.
Por ello, tus amigos y deudores, necesitamos que regreses,
que sigas empeñado en tu deber de ayuda a los demás. ¡Ya que
eres sin duda una esperanza para todos!.
Y quizás, estas líneas puedan parecer de peloteo a tu
persona, pero es que en fondo quiero gritar lo que siento
ante las gentes buenas que conozco. Porque, aunque alguien
no lo quiera creer…¡Yo, es muy difícil que me arrodille ante
nadie o nada, ya que gracias a Dios, ya estoy cotizado y con
la vida resuelta!. Y el hombre libre dice y hace lo que
quiere y desea. ¡Y yo quiero decir esto…y ahora!.
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