Ante el próximo Congreso del
Partido Popular de Ceuta, en el que la candidatura de Juan
Vivas para ostentar la Presidencia del partido ya ha sido
confirmada en primera persona por el propio interesado, la
rumorología y los dimes y diretes apuntan a que tal vez
algún otro aspirante, como es Pedro Gordillo, se encuentre a
la caza y captura de avales para presentarse como
alternativa. Libre es cada cual para aspirar al puesto que
apetezca y del que se crea merecedor, lo que resultaría
imperdonable es plantar en el seno del PP la semilla de la
división y que comiencen a aparecer “clanes” y “sectores”,
imperdonable y estúpido, porque el triunfo de los populares
ha llegado de la mano de la solidez que conlleva el que se
presenten como un “todo” inamovible y rotundo, consistente y
firmemente enraizado en torno a la figura de un sólo líder y
gestor salido de las urnas y legitimado por los sufragios de
la ciudadanía.
Y no se trata de apostar por un partido a modo de bloque
monolítico sin posibilidades de discusiones internas o de
disquisiciones más o menos críticas, pero, por lealtad a una
apuesta personal de fidelidad y de coherencia, de haber o
existir “trapos sucios” estos “se lavan en casa”. En
absoluto realizamos un elogio de la hipocresía y de las
falsas apariencias, sencillamente porque desde hace años en
el PP de Ceuta si algo ha resaltado ha sido el compañerismo
y la capacidad de limar cualquier aspereza con el diálogo y
la reflexión compartida.
Hay quienes consideran saludable la existencia de distintas
opciones y la posibilidad de poder elegir entre
posibilidades, modos y modas distintas, para no anquilosarse
ni encasillarse, opinión digna de todos los respetos, como
cualquier otra ya que una de las grandezas del sistema
democrático es precisamente dar carta blanca a expresar las
discrepancias e incluso los desencuentros, siempre dentro de
los límites impuestos tanto por el buen estilo como por las
leyes. El derecho a debatir entre puntos de vista diversos
es siempre saludable mientras se mantenga dentro de la
prudencia y no sea labor de “dinamiteros” porque de esos han
habido muchos a lo largo de la historia
No hay que olvidar nunca el tono peyorativo con el que se
suele aludir al “continuismo” versus el respeto innato que
implica la continuidad que lleva en sí la continua
innovación y renovación, pero si de algo jamás se puede
acusar al PP de Ceuta es de inmovilidad. Nunca hay que
olvidar que existe un fondo programático subyacente al
proyecto Popular y ese hay que cumplirlo a rajatabla porque
constituye un compromiso de acción irrenunciable, el
programa está y se desarrolla de forma dinámica, los
principios doctrinales existen y a ellos hay que atenerse y
si no se está de acuerdo con ellos siempre se puede optar
por otros partidos que ofrezcan valores distintos. Lo que no
se puede estar es “en misa y repicando” porque existe la
libertad de elegir, la libertad de acertar y lo que es aún
más esencial, la libertad de equivocarse.
En el PP de Ceuta resalta en los momentos actuales el
equilibrio y los momentos difíciles que nos han tocado
afrontar durante los dos próximos años luchando por reflotar
España hace que, por lealtad, se eviten los daños
colaterales de los enfrentamientos, los clanes, las
conductas sectarias, las discrepancias entre seguidores de
distintas corrientes y opciones, la amargura de quienes ven
truncadas sus expectativas y en una palabra la desunión.
Cierto es que la rumorología no es precisamente la fuente
más fiable para realizar un análisis pormenorizado, pero por
otra parte en nada beneficia porque genera inquietud e
interrogantes, puede socavar el logro de la unidad e incluso
propiciar en algún majadero tentaciones incruentas pero de
corte guerracivilista en plan “compañero contra compañero”
que es un auténtico factor de desestabilización.
Así lo más deseable sería tener claras las ideas y no dar
pábulo ni abonar los rumores, lo que tenga que ser debe ser
ya, para erradicar las habladurías porque hay quienes temen
que con este tipo de chismografía política se fragmente la
cohesión.
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