Hasta la vista, don Manuel

Existen personas que constituyen un sustantivo o punto de referencia para otras muchas y puedo hablar en primera persona porque conocí a Manuel Fraga siendo Carlos Robles Piquer Cónsul de España en Nador y su esposa Elisa Fraga Iribarne la mejor amiga de mi madre y quien me regaló en mi sexto cumpleaños una obra que sería definitiva en mi vida ¿Quien no recuerda el “Platero es pequeño, peludo y suave...”? Con Platero conocí Andalucía y aprendí a comparar los ojos de los borriquillos con “dos escarabajos de cristal negros”.

La rubia Flor Robles fue mi compañera de pupitre y las matriarcas de las dos familias han conservado la amistad toda la vida. Con don Manuel la relación se inició en aquellos albores de Alianza Popular donde todos los de Nueva Generaciones queríamos imitarle y ser catedráticos y Abogados del Estado, allí estaba una jovencísima Loyola de Palacio que fue sustituida por Marta Pastor y luego por el médico Alejandro Martínez. Fueron los tiempos de Silva 23 cuando todos abandonaron a Fraga tras el desastre de Coalición Democrática con Areilza y Osorio, más tarde el tontilucio Hernádez Mancha con la desfenestración del ambicioso Verstrynge y por fin el Partido Popular bajo la batuta de un Aznar que no era ni sombra del actual hombre de Estado que es José María Aznar.

Y con el PP aterrizaron multitud de paracaidistas, recuerdo a Pilar del Castillo, la que fuera Ministra de Cultura y que venía del comunismo y de Nador, lo primero lo pregonaba ella y más aún el lider de CCOO de Málaga Leopoldo del Prado, lo segundo se lo callaba, porque ser rifeña se considera en determinados ambientes muy poco abolengoso. ¿Y Soledad Becerril cuando estaba en UCD? No aborrecía más a AP porque no le cabía en las tripas la inquina, pero luego se arrimó suavemente, como tantos a los que en las deslucidas campañas en las que tratábamos de sentar a don Manuel en la Presidencia del Gobierno nos negaban una ayuda, ni veinte duros para sellos. Son las cosas del querer. Pero los tiempos difíciles de don Manuel fueron extraordinariamente difíciles aún siendo como era el mayor estadista de España, el mejor equipado intelectualmente, el ejemplo vivo y directo para NNGG a quienes nos “obligaba” a hincar los codos y a luchar por la excelencia, porque allí todo era competir a ver quien era “el más listo” y quien podía presumir de mejor memorieta para recitar parrafadas de los libros de la Nouvelle Droite en francés y sin atrancarse.

El discurso de don Manuel era duro y con retranca gallega, tanto en público cómo en privado y en su mesilla de noche tuvo durante años un termo de acero alemán para mantener el agua fría que le regaló mi señora madre que por cierto fue Presidenta del partido en Málaga cuando todos no hacía “fuuu...” como a los gatos y candidata al senado en 1979 por aquella Coalición Democrática alicaída hasta l punto de que cuando Fraga viajaba a Málaga si no se quedaba en las Palmeras de Fuengirola donde el director era de AP se quedaba en casa de mis padres para tirarse hasta las tantas en el salón haciendo cónclave con las pocas fuerzas vivas de la provincia.

En aquel invento, aquellas tertulias y aquellos contubernios participé poco porque yo estaba trabajando en Granada para la campaña del ex general de la Guardia Civil Manuel Prieto mientras hacía mi último curso de derecho y preparaba el equipaje para pasar un buen periodo en Madrid, precisamente en Silva 23, bajo la tutela de don Manuel y de Javier Carabias, haciendo las prácticas en la Complutense y pasando tantas fatigas que por la noche ni cogía el sueño. Exigente y regañón, así era don Manuel. Pero dotado de la inmensa humanidad de un hombre de honor en estado puro y con una resiliencia que le hacía recuperarse de los desplantes de los mindundis semianalfabetos llamados en esos momentos a gobernar España.

¿Y lo enamorado que estaba de España don Manuel? De él aprendimos quienes tuvimos la oportunidad de estar a su lado en sus peores momentos políticos, el sentido de la voluntad y de la disciplina, lo fundamental de la excelencia, la realidad incuestionable que muchas veces los excelentes como él se ven abocados a tragar bajo la batuta de ignorantes encumbrados. “Don Manuel ¿Qué es lo que usted más odia en política?” Siempre respondía lo mismo “La frivolidad”. Y no era un hombre rígido ni exigía a nadie nada que antes no hubiera hecho él. El problema es que Fraga fue y es un hombre excepcional y cuando le decíamos que nosotros éramos “normales” y no podíamos seguir su ritmo nos preguntaba “¿Y por qué no?” y luego nos contaba la historia de aquel barco de Jean Baptiste Charcot, el gran explorador, al que bautizó como Pourquoi-pas?. El viajero y explorador siempre emprendía aventuras y llamaba simbólicamente a sus barcos “Pourquoi-pas?”.

Aprendimos a su lado y con su ejemplo a no conformarnos nunca y a no perder jamás ni la curiosidad, ni el amor por el aprendizaje, ni el culto a la sabiduría, ni la capacidad de sorprendernos, ni la capacidad de entusiasmarnos.

Muchas gracias don Manuel, mis manos en sus manos, nos vemos.