Ya es lamentable que tengan que
ocurrir ciertos accidentes, para darnos cuenta de que no
estamos preparados como debiéramos estar en el siglo XXI y
que los servicios que tenemos, alrededor, están llenos de
las carencias más imprescindibles.
Eso quedó de manifiesto, al completo, en el accidente del
pasado viernes en uno de los viajes Algeciras-Ceuta, en el
Milenium Dos de Acciona-Trasmediterránea, pero que si
hubiera sido en cualquier otro viaje, fuera de la naviera
que fuera, estaríamos en las mismas.
De momento, en el barco, no había, al menos con carácter
oficial, un servicio médico, como sería muy loable, si es
que no necesario, que hubiera y, en esta ocasión, gracias a
que un médico del 061 se encontraba entre el pasaje y fue el
encargado de atender a los heridos, en el propio barco.
Los pasajeros de ese viaje, la mayor parte con el miedo en
el cuerpo y otros, incluso, con contusiones y heridas
diversas, no se pueden olvidar de las casi ocho horas de
angustia y tensa calma vividas en el barco, tras la colisión
sufrida con el mercante maltés.
Mucho tiempo, eso se me antoja a mí, en unas circunstancias
como aquella, tuvieron que estar en tal situación los
pasajeros, con la confusión existente tras el choque.
Uno que, de vez en cuando, también tiene la posibilidad de
hacer comparaciones, está convencido de que en una situación
similar y en un lugar parecido, pero con un barco que en vez
de ser español fuera inglés y unos pasajeros, en vez de
ceutíes, gibraltareños no habrían estado en el barco más de
hora y media.
Aquí todo es, ha sido y seguirá siendo muy distinto, por
mucho que nos creamos estar a la altura de los tiempos que
vivimos.
Y para ”paliar” la situación, lo que más faltó en el barco
fue la información. La casi totalidad de los pasajeros a los
que tocó vivir ese grave accidente naviero del pasado
viernes han coincidido, en sus afirmaciones, de que no hubo
una información ni clara, ni puntual, con lo que se vivieron
momentos de pánico entre los pasajeros, especialmente,
durante los primeros quince o veinte minutos.
Tras una primera información, pasados ya más de un cuarto de
hora, no volvió a haber más informaciones, hasta pasadas
otras dos horas. La última de las notificaciones fue para
indicar que, tras liberar los buques, se ponía rumbo a
puerto.
En esto, en la información, auténtico suspenso a
Acciona-Trasmediterránea que no actuó a tono con la
experiencia que una naviera de este tipo debería tener.
Un servicio, pues, de información que ya ha quedado de
manifiesto que fue nulo y a destiempo.
Y un servicio de urgencias, en el barco, que no existió,
para que hubiera atendido a los primeros heridos y
contusionados.
Pero hay más, ni siquiera en caso de necesidad son capaces
de recurrir a lo que hay fuera, porque el helicóptero que
evacuó al herido más grave, podría haber dejado en el barco
un servicio sanitario. Nada de eso hubo. Menos mal a que
entre el pasaje viajaba un integrante del 061, que si no,
todos abandonados a su suerte.
A partir de aquí, y una vez vistas las orejas al lobo, es de
suponer que tanto el delegado del Gobierno, como el
presidente de la Ciudad, tendrán que exigir, con carácter de
urgencia que se corrijan todas esas deficiencias. Ellos son
los representantes, oficialmente, de los ceutíes y no sólo
para ir a las inauguraciones o a las despedidas o venidas
oficiales. Aquí es donde tienen que dejarse ver y dar la
cara, de verdad.
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