SS.MM. Los Reyes Magos, una vez
cumplida su misión de dejar satisfechos, en particular a
todos los niños, con sus regalos, emprendieron el regreso a
sus lugares de origen, hasta el próximo año. Una labor que
vienen realizando desde aquel momento en que tuvieron la
magnífica oportunidad de adorar al recién nacido Niño Jesús.
Según el Evangelio de San Mateo, “cuando Jesús nació en
Belén de Judá, unos magos de Oriente, guiados por una
estrella, entran en una casa, ven al niño con María y José,
sus padres, y postrándose le adoran, abren luego sus cofres
y le ofrecen oro, incienso y mirra”.
Así reza el Evangelio del citado autor, cuyo relato ha dado
origen a todo tipo de leyendas, sobre quienes eran de verdad
estos personajes, que adoraron a Jesús. El texto de San
Mateo cita a unos “Magos de Oriente” sin hacer mención al
término “reyes” y sin concretar su nacionalidad o el número
de ellos.
Según algunos estudiosos, la palabra “mago” proviene del
término “magu”, dado a los sacerdotes persas, consultores de
los reyes y dedicados a la Astrología y a la Astronomía. Sin
embargo, “es probable que estos magos fueran sacerdotes y
astrólogos de Arabia, dada la calidad de los regalos, oro,
incienso y mirra, propios de esta nación”.
El ascenso de los magos a categoría de reyes, no aparece
hasta el siglo II de manos de Tertuliano, quien afirma que
los sacerdotes astrónomos pueden ser también identificados
como reyes de sus países.
Tampoco especifica cuántos fueron los “magos” que adoraron a
Jesús. Algunos Evangelios apócrifos se refieren a cuatro,
cuarenta o incluso más. La primera referencia de que eran
sólo tres la ha encontrado Cardini en las Catacumbas de
Priscila, en Roma. En esta necrópolis paleocristiana,
excavada a partir del siglo II a. C aparecen
representaciones de tres figuras que desfilan ante la Virgen
y el Niño…
Lo que viene a continuación ya lo sabemos, hasta donde hemos
llegado a ser “víctimas” de un desorbitado consumismo. De
ser una fiesta eminentemente religiosa, se ha convertido en
una lucha por saber quien, en ese señalado día, ha
conseguido los mejores regalos. Pero, es en el ámbito de los
niños donde mejor se pone de manifiesto la maratoniana
festividad.
En nuestra infancia, unos momentos de nuestras vidas llenos
de totales carencias, nuestros Reyes Magos se convertían en
sencillos presentes, generalmente enfocados al medio
escolar: caja de lápices de colores, cuadernos, el clásico
“plumier”, algún libro… y en algunos casos, de mejor poder
adquisitivo, la clásica pelota de goma, ya que para nuestra
práctica futbolística, elaboramos nuestra pelota, con una
media desechada, rellena de trapos, algodones… En su
fabricación se encontraban verdaderos especialistas.
También, SS.MM. según el informe que recibían de los padres,
nos dejaban el “clásico carbón”, de no ser nuestra conducta
buena.
Sucedía que todos los años, al niño mejor posicionado
económicamente, SS.MM. le traían una pelota de goma para el
disfrute de todos. Haciendo dos equipos, disfrutábamos de la
pelota de goma. Pero, llegó un año en el que, cuando
empezábamos a jugar el partido, éste enseguida terminó, ya
que alguno de nosotros golpeó fuertemente la pelota y
consiguió “embarcarla” en un garaje, cuya puerta hacía de
portería. Como era fiesta, 6 de Enero, no se pudo recuperar
hasta el día siguiente, que sí, a la salida del Colegio
reanudamos el partido.
En la actualidad las cosas han cambiado como la noche y el
día. Nada es igual, pero en los niños, la ilusión permanece.
Claro, con regalos de SS.MM. muy lejos, en lo económico, de
aquellos modestos que disfrutábamos nosotros.
He sido testigo presencial, como viene siendo ya una
tradición, de disfrutar de dos niños muy próximos a
nosotros. Seguían en la familia manteniendo la
“parafernalia” que se montaba todos los años, con un
escenario especialmente diseñado: sobre la mesa del salón,
todos los regalos; una bandeja de botella de licor y tres
vasos, con huellas de haber sido utilizados, gran cantidad
de caramelos, esparcidos por la mesa y el salón. ¡SS.MM.
habían visitado la casa!
El menor de niños, Chechu, me pasó una copia de la carta
entregada a SS.MM. En ella se recogía su petición. Pero en
ese maremágnum de regalos, me llamó la atención una bolsa
transparente con dos trozos de carbón. Éste me indicó que
algo no había funcionado en la conducta de Chechu, pero
mostrándome la relación de obsequios recibidos, pensé que el
carbón no tenía el significado tradicional.
La nota que me pasó Chechu hacía referencia a los siguientes
regalos: Consola de videojuegos “Nintendo 3DS” con los
juegos Mario Kart 7, Super Mario 3D Land y Naruto Shippuden
y Cd de música “Punk Goes Pop” volumen 3 y 4… al parecer el
mismo contenido que la carta enviada a SS.MM. A mí, dada mi
ignorancia en este campo, ni me pareció bien ni mal.
Este hecho aislado, en mi caso, no me permite generalizar,
en el sentido de que todos los niños hayan recibido de SS.MM.
regalos similares, aunque cabe la posibilidad. La moderna
tecnología se ha impuesto.
Cuando pregunté a Chechu por la presencia del carbón entre
sus regalos, no dudó al decirme que él mismo lo había
incorporado (¿?). Humildemente me respondió: “es que yo
considero que no me he portado bien; hay muchos aspectos en
el que yo mismo no estoy de acuerdo, y quizás SS.MM. no lo
han tenido en cuenta, por la intervención de mis padres. Por
ejemplo: siento mucha pereza para hacer los deberes del
Colegio. A duras penas, tengo que estar toda la tarde
escuchando a mis padres que me ponga a hacerlos. Por eso,
por mi cuenta y riesgo, yo mismo lo incorporé, y al final de
mi carta, les indiqué a SS.MM: Por favor, SS.MM., no se
molesten en facilitarme el carbón:¡lo pongo yo!”
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