Desde la imparcialidad que siempre
me ha acompañado a la hora de juzgar cualquier tema, dejando
las ideologías a un lado, pues siempre he mantenido que las
ideas murieron con Platón, me parece algo incomprensible que
sólo al hablar de despilfarro nos acordemos de Camps, por
ser el que ha mandado en la Comunidad Valenciana y
pertenezca al Partido Popular.
Nos olvidamos al juzgar a Camps como el único que ha
despilfarrado el dinero de todos los españoles, del
despilfarro existente en las Comunidades de Castilla La
Mancha, Extremadura y Cataluña donde, precisamente, no
estaban gobernadas por los populares.
No cabe acusar de despilfarro a determinadas personas, como
es el caso de Camps, obviando a otros que han despilfarrado
igualmente el dinero de todos, porque no pertenecen a los
populares. Las cosa claras y a cada uno lo suyo. Y el que la
hace la debe pagar, se llame como se llame y pertenezca al
partido que pertenezca.
Se imaginan ustedes lo qué hubiese sucedido y dónde hubiesen
ido a dar con sus huesos, los dirigentes de una empresa
privada si hubiesen despilfarrado el dinero de la empresa.
Está claro donde hubiesen ido a dar con sus huesos. La
pregunta es, cuál es la diferencia entre los que han
despilfarrado el dinero de una empresa o el dinero de todos
los españoles. La repuesta es bien sencilla, merecen más
penas los que han despilfarrado el dinero de todos nosotros.
Por eso no voy a sentir ni lo más mínimo si Camps y el resto
de los que han despilfarrado el dinero de todos los
españoles, pero todos los que han realizado semejante
despilfarro, llevándonos a la situación de crisis que
estamos padeciendo, se pasan una temporada a la “sombra”.
De esa forma limpiamos de estos personajes a la sociedad
española y el pueblo español empezará a creer más en la
deteriorada clase política, que es una de las cosas que más
preocupan al pueblo español.
Los políticos, a la hora de ser juzgado por su honradez,
deben aplicarse aquello que se decía de la mujer del César,
que no basta con serlo sino que tiene que parecerlo.
Los gobernantes de un país, son como los cabezas de una
gigantesca familia por la que tienen que mirar y procurar
que tenga, toda esa numerosísima familia la mejor vida
posible. No sólo que viva bien una parte de ella,
dependiendo de quienes sean los ojitos derechos o izquierdos
de los cabezas de familia. Pues esa diferencia, entre unos y
otros, les llevaría a ser unos malos padres, que dejarían
mucho que desear a los ojos de sus vecinos.
No se puede gobernar una Comunidad, Ciudad Autónoma o un
país, despilfarrando el dinero de todos los miembros de la
familia que con su aportación económica, permiten que la
Comunidad, la Ciudad o el país consigan una prosperidad que
hace feliz a todos y da una mejor calidad de vida a todos
sus componentes.
España, en la actualidad, con un déficit que supera el 8% no
está para tirar cohetes. Eso es una realidad incuestionable.
Por qué no juzgamos a todos los que han hecho posible que
éste país esté en la ruina. Seria lo más justo, necesario y
razonable. ¿O no?
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