Con fórceps y de milagro sin
cesárea, pero al fin el 3 de enero Su Majestad tuvo a bien
nombrar el nuevo gobierno oficial de Marruecos, presidido
por el secretario general del PJD Abdelilah Benkirán y en el
que, haciendo una higa a la flamante Constitución, tan solo
figura una mujer, Bassima Hakaoui, diputada del partido de
la Lámpara. Ni la derecha istiqlalí, el centro “harakí” del
Movimiento Popular y los presuntos izquierdistas del Partido
del Progreso y el Socialismo, los oportunistas del PPS,
disponen al parece de una sola mujer capacitada para ser
ministra. Realmente sorprendente. Y una vergüenza que, de
paso y como el que no tiene la cosa, tiene lugar con el
advenimiento del primer gobierno “islamista”, muy entre
comillas. A la vez y si el gobierno Benkirán se retrasó en
ver la luz, el que corrió más que un bebé “sietemesino” fue
el Gabinete Real, el gobierno real del país es decir “el de
verdad”, que no paró de reforzarse tras las elecciones del
25 de noviembre y la victoria del los islamistas
parlamentarios del PJD con cinco prohombres peculiares,
entre otros desde el prestigioso Omar Azzimán (30 de
noviembre) al inquietante y calavera Fuad El Himma (7 de
diciembre), contando como última adquisición el mismo 2 de
enero con el veterano y último ministro de Exteriores, el
“istiqlalí” Taïb Fassi Fihri. El mensaje es claro: en
Marruecos está y sigue estando al frente una monarquía
ejecutiva por derecho divino, dirigiendo de facto un
gobierno en la sombra. Punto pelota. Es decir, que en
Marruecos como diría el politólogo Yussef Belal coexisten
dos legitimidades: la monárquica y la democrática. La
cuestión es: ¿por cuánto tiempo será esto posible? Además,
uno de los compromisos de Benkirán era que él iba a hablar
directamente con el rey y no con sus consejeros. Aunque
tenga que ser en Midelt, digo.
“¿Y la primavera árabe…?”, pregunto en mi ignorancia. “¡Bah!”,
me contestan: “En Marruecos no ha pasado nada, alumbramos
una nueva Constitución, ha habido elecciones y gobiernan por
primera vez los islamistas, ¡a ver por cuánto tiempo!”. Ya,
“al platu vendrás arbeyu” digo para mis adentros. Si algunos
piensan que el movimiento contestatario que ha sacudido
Túnez, Egipto, Libia… está muerto y enterrado, lo tienen
claro o si lo prefieren como diría un famoso escritor de
Valladolid, que no era una zorra pequeña, en boca de uno de
sus más famosos personajes, el ínclito Don Juan Tenorio:
“Los muertos que vos matáis gozan de buena salud”. También
me parece muy peligrosa la presunta maniobra que se masca en
el ambiente, es decir, atizar desde ciertas instancias la
latente conflictividad social para que le reviente en la
cara al nuevo jefe de gobierno, Abdelilah Benkirán, quién
hasta el momento y haciendo de la necesidad virtud ha
tascado el freno y contenido estoicamente su ímpetu,
mientras se prepara para hacer frente a un doble reto: las
indicaciones de Palacio y su propia mayoría. Por lo demás
Benkirán no es un fantoche como Abbas El Fassi, pero tampoco
el moderado Saad Eddine El Othmani va a dejarse manejar en
Exteriores (si bien continuará la línea oficial como ya ha
anunciado) ni, mucho menos, el duro Mustafá Ramid en la
cartera de Justicia. Y en cualquier caso, el PJD es muy
consciente (eso puedo asegurarlo) de por qué el pueblo
marroquí le ha votado y en su estrategia va a “apurar” al
máximo las posibilidades que ofrece la nueva Constitución,
en vigor desde el pasado 16 de julio.
Del nuevo gobierno “oficial”, ya digo, destacaría también la
tranquila continuidad del ministro de Asuntos Islámicos y
Habús, el cofrade “bouchichiya” Ahmed Toufiq y, cara a las
siempre complejas relaciones con España, la afortunada
presencia entre tanto “hijo espiritual de Francia” de un
hispanófilo, El Othmani, detalle humano sobre el que el
gobierno Rajoy debería tomar muy buena nota.
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