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OPINIÓN - JUEVES, 5 DE ENERO DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Rajoy dará la talla
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Lejos queda ya aquella derrota que le inflingió José Luis Rodríguez Zapatero a Mariano Rajoy y que propició una división duradera en la calle Génova. Derrota en unas elecciones generales que estuvo a punto de llevarse por delante al candidato designado a dedo por José María Aznar. Cuya vuelta al primer lugar del partido, allá en 2005, pedían determinadas fuerzas económicas, religiosas y manipuladoras de la derecha más conservadora.

Entonces, y durante mucho tiempo, el hijo pródigo se dejó querer. Mostrando en todas sus comparecencias una enorme satisfacción ante cuantos pedían su regreso a la presidencia. De modo que iba y venía por el mundo negando semejante posibilidad aunque luciendo por debajo de su bigotito una sonrisa de tipo que había llegado a creerse que era merecedor de todos los ditirambos que sus adeptos le dedicaban.

Fueron años terribles para Mariano Rajoy. Ese hombre que fuma puros habanos, que tiene buen saque, y como buen gallego, encierra detrás de una sonrisa conejil, por lo indefinida, vagas intenciones que uno nunca sabrá adónde le quieren llevar. Lo de sonrisa conejil se lo he plagiado a Labordeta.

Eso sí, Mariano Rajoy supo mantener la calma en medio de aquella ira que se había suscitado contra él por no haber podido derrotar a un candidato socialista que apenas era conocido. Alguien surgido de la nada y que con una sonrisa beatifica y unos ademanes nerviosos y casi pintorescos, supo ganarse la voluntad de los españoles en menos que canta un gallo.

Mariano Rajoy se dio cuenta muy pronto de que estaba metido en un berenjenal. Y decidió que lo mejor era seguir hablando poco y con certeza. Y, sobre todo, comenzó cuanto antes a buscar entre los suyos a quienes fueran capaces de profesarle lealtad a raudales. Y los halló.

Uno de los mejores aliados fue Javier Arenas. Miembro de un partido en el cual se distingue por ser capaz de tener siempre una frase amable para propios y extraños. También supo ganarse el afecto de Miguel Arias Cañete: terraniente andaluz que es capaz de ganarse la confianza del mismísimo Alfonso Guerra. Que ya es un mérito. Le volvió a dar vida a Celia Villalobos: un espectáculo de mujer a la que hay tomarla más en broma que en serio. Y que muy bien podría haber destacado cual humorista. De habérselo propuesto. Y así sucesivamente fue cautivando a pesos fuertes del partido como Gallardón, Sáenz de Santamaría, María Dolores de Cospedal, etc.

Y todo ello lo hizo Rajoy porque no tiene un pelo de tonto. Y porque se me antoja que su laconismo le ayuda a no comprometerse con quienes no debe. Es el presidente del Gobierno un tipo curioso que ha sabido derrochar paciencia a raudales y, sobre todo, ha sido capaz de retorcerle el cuello a su amor propio. Puesto que motivos suficientes tuvo para acordarse de todos los muertos de Aznar en algunos momentos. Uno de esos momentos, sin duda alguna, fue cuando le salió respondón un personaje llamado Gustavo Manuel de Arístegui y San Román. Que llegó a creerse que era el hombre designado por Aznar para acabar con Rajoy. Y el actual presidente del Gobierno supo aguantar el tirón. De Arístegui, que a veces vino a Ceuta luciendo aires de grandeza, es ahora militante de base del partido. Y tengo entendido que lleva el castigo con resignación.
 

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