Como si se tratara de niños con sus juguetes nuevos. La
sonrisa en el rostro y la mirada perdida en el horizonte de
su nueva adquisición, completamente inmersos en los pequeños
barcos que echaban al agua, así disfrutaban en la mañana de
ayer el grupo de aficionados al modelismo naval que fletaba
sus últimas creaciones en las aguas del parque Marítimo del
Mediterráneo. Desde una réplica de una carabela francesa del
siglo XIX hasta una modernísima lancha de color amarillo,
pasando por la recreación de ’La gitana de la almadraba’, un
pesquero que hacía la ruta Ceuta-Algeciras y se hundió hace
un par de años, cada uno de los barcos es el orgullo de sus
dueños, que han trabajado en ellos durante meses, e incluso
años.
“Hay dos formas de hacer estos barcos- explica Joaquín
Fernández- mediante maquetas pieza a pieza o a base de
modelismo, en cuyo casi todo se hace a mano”. De esta forma
trabaja Manuel Rosas Cano, que a sus 75 años recién
cumplidos muestra con satisfación un barco pesquero en tonos
rojos donde no falta ni el más mínimo detalle. “No me he
gastado ni un duro para construirlo”, afirma, explicando que
todo lo ha ido consiguiendo con materiales reciclados como
madera de cajas de fruta y “pequeñas cosillas” que encuentra
aquí y allá, rebuscando. “Siempre llevo en los bolsillos
algún recorte o un tornillo”, ríe. Aún así, el barco, que
cuenta incluso con luces de navegación y trabajo es una
réplica perfecta de uno real. “Tiene luz de situación, de
alcance y luz interior”, matiza.
Al igual que Rosas, que nació en un barco en medio del
Estrecho, sus compañeros conocen bien todo lo que necesitan
saber sobre los navíos, ya que algunos de ellos han
trabajado como marineros, pescadores, o han sido familiares
del gremio. Los que no, han heredado la tradición de modelar
de sus padres, como Antonio Martín, que despliega las velas
de su pesquero clásico ‘Laura’, que puede navegar tanto a
viento como a motor.
“Ponerlo a navegar lleva un poco más de trabajo que los
otros, porque hay que montar las velas, pero a mi es lo que
más me gusta”, afirma. Cuando su pieza está lista, destaca
entre sus compañeras por ser la única de su clase, pero
todas las maquetas que juegan en el agua durante la soleada
mañana tienen su encanto y están hechas con gran cariño y
dedicación. Sus creadores, que alimentan la tradición desde
hace ya años, esperan poder constituírse como asociación en
un futuro no muy lejano, algo para lo que ya cuentan,
incluso, con un posible local con taller en la barriada de
San Amaro.
|