Nació en Madrid. Pero lleva tantos
años en esta ciudad como para que se haya ganado ya el
derecho a considerarse ceutí. Y no digo caballa porque creo
que este adjetivo, tan coloquial y arraigado en la ciudad,
ha ido perdiendo sentido a raíz de lo que todos sabemos. Una
pena.
Francisco Antonio González Pérez es cincuentón. Aquí le
tocó hacer el servicio militar y aquí se quedó para siempre.
Por lo cual lleva viviendo en Ceuta la friolera de treinta
años. Yo le conocí cuando era veinteañero y supo ganarse la
confianza de Pepe Torrado. De hecho, sería capaz de
apostar porque fue éste quien nos presentó un día del verano
de 1982.
Es decir, que ya ha llovido desde que Pacoantonio,
hipocorístico por el que todos nos referimos a él, arribó a
esta tierra. En la que encontró empleo y pudo casarse con
una mujer que siempre estuvo a la altura de las
circunstancias de un marido a quien la política activa le
tenía sorbido el seso.
Pacoantonio es un político curtido en mil batallas y que lo
ha sido casi todo en esa tarea a una edad en la que hay
quien no cesa de sacar pecho por haber conseguido un escaño
de concejal gracias al tirón electoral de otra persona que
nadie sabe aún el motivo por el cual se desprendió de parte
de su fortuna política, refrendada en votos.
Y, gracias a ese historial, a González Pérez le ha tocado el
premio que andaba esperando desde hace ya un tiempo: ser
Delegado del Gobierno de Ceuta. Nombramiento que se ha hecho
publico hoy, viernes, cuando estoy escribiendo esta columna
dedicada a él. Pues entiendo que nuestro hombre está
viviendo la plenitud de su experiencia política. Y, por lo
tanto, es un cargo que le viene como anillo al dedo.
El nombramiento, además, es motivo de gran satisfacción para
quien, durante un tiempo, ha vivido el peor pasaje de su
vida. Un contratiempo que puso a prueba su fortaleza de
ánimo y el valor que atesoraba para enfrentarse a una
realidad que exigía de él más que bríos suficientes para
abordarla. Y a fe que Pacoantonio dio muestras evidentes de
serenidad y templaza. Ante circunstancias tan
desalentadoras.
También es momento, tras conocer que el Gobierno de España
lo ha elegido para ocupar cargo tan importante, en una
ciudad pequeña pero con problemas de urbe grande, donde
conviene dejar patente que su labor no será fácil. Ni mucho
menos. Es más, a FAGP se le va a exigir más que a cualquier
otro delegado que hubiera llegado desde la península.
Y, desde luego, muy pronto tendrá el nuevo delegado que
cortar de raíz los males ocasionados por el puesto. Que son
los de siempre: evitar que los listos crean que su despacho
debe estar abierto a todos y a todas las horas. Con el fin
de acceder a él para convencerle de que hay que hacer la
santa voluntad de ellos. De los aprovechados. Que no dejan
de ser individuos que hacen del chalaneo un modo de vida.
En lo tocante a que el nuevo Delegado del Gobierno no haya
pasado por la Universidad. Tengo la certeza de que se lo van
a recordar cada dos por tres. Y Pacoantonio haría bien en
tener siempre a mano el historial de quien fuera presidente
de Brasil, Lula, y lo que dijo al respecto de sus estudios.
Enhorabuena.
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