De un tiempo a esta parte no se
habla de otra cosa. La austeridad está en boca de ricos y
del poder; de esos que han vivido entre los deleites y los
vicios, la podredumbre y el despilfarro. Claro, de una
manera diferente a cómo la sufren los excluidos de un
sistema de vida totalmente deshumanizador. Los pobres
tampoco conocen otra forma de obrar y de vivir, nada más que
en la miseria, continúan marginados del circuito económico,
y, ahora, mucho me temo se les siga pidiendo sacrificios a
los que no tienen ni pan que llevarse a la boca.
El escándalo de la pobreza y el desempleo en España alcanza
cotas insostenibles. Los desempleados, más allá de los
números y estadísticas, son personas a las que se les ha
impedido vivir con dignidad. El nuevo gobierno español, si
quiere entrar con buen pie, como ellos mismos han trazado en
su hoja de ruta, deberá hacer justicia, y el primer mensaje
de contención del gasto y austeridad, de ajustes duros, debe
empezar por ellos mismos, escuchando mucho más a los que
viven en la pobreza.
El pueblo está pidiendo a gritos una actuación política más
responsable, y menos partidista, más solidaria y efectiva
con todo el pueblo. No se puede permitir que los jóvenes
españoles, verdaderamente formados, tengan que emigrar en
busca de trabajo, porque en su país no se le ofrezca empleo.
El galopante desempleo que sufre este país, es el fruto de
gobiernos incapaces, que no han sabido discernir lo
fundamental de lo accesorio, la política de Estado de la
política de Partido; todo ello sumado a la incapacidad de
establecer diálogos responsables entre los distintos
colectivos y fuerzas sociales.
También la Asamblea General de la ONU habla de
disminuciones. Decidió una reducción del 5% al presupuesto
para las operaciones del organismo mundial durante el bienio
2012-2012. ¿Se puede hacer más con menos?. Decididamente sí.
Hacen falta buenos administradores capaces de aprovechar al
máximo los recursos que se tengan. Pero, a veces, hemos de
reconocer que no es cuestión de recortar, sino de cambiar
comportamientos políticos y económicos. Los gobiernos están
para generar puestos de trabajo y vencer a la pobreza, de lo
contrario tienen bien poco sentido que existan. El caso de
España, con un sin fin de administraciones y gobiernos, es
un claro ejemplo de lo nefasto que pueden ser tantos
poderes, trabajando para sí, o sea, para los intereses del
gobierno de turno y sin responsabilidad alguna. Un día sí y
otro también, la corrupción política salta a los periódicos,
mientras son muchos los españoles que cada día ven peligrar
el bienestar de su familia, viéndose inmersas en situaciones
de injusticia y pobreza, que suelen degenerar en
desesperación, violencia, y hasta entrar en crisis la propia
identidad de la persona, y no sentirse nada más que basura.
No podemos confundir la austeridad, con meros recortes
sociales, y más en sociedades cada días más desiguales.
¿Cómo le podemos pedir austeridad personal a quien no tiene
trabajo o recibe un salario indigno?. ¿Cómo le podemos pedir
sacrificios a los pobres, si nuestra caridad con el prójimo
es nula? Desde luego, sería bueno para el mundo, para todo
el mundo, injertar en los planes educativos sobre todo el
cultivo de los valores morales, en especial, el del sentido
de la equidad y de la justicia, para que en verdad la
justicia sea igual para todos; el de la solidaridad y
cultura al trabajo, para que en verdad el trabajo sea vida;
el de austeridad y servicio al prójimo, para que en verdad
seamos servidores de los últimos y no de los primeros; el
respeto a la transparencia y a la palabra dada, para que en
verdad seamos personas humanas en las que se pueda confiar.
En este momento se requieren ciertamente oportunas medidas
políticas que levanten la economía, sin obviar que en cada
país tiene sus particularidades la crisis, pero aún mucho
más que seamos capaces de pensar en aquellos a los que les
falta los bienes necesarios para desarrollarse como persona
y como ciudadano del mundo. Esperan la mano tendida. No nos
sirve, en este caso, la mano que recorta.
|