El debate de los presupuestos, al margen del tostón que le
supone a la ciudadanía y que sólo produce cierta
expectativa, como dijo el portavoz del PSOE, a los políticos
y a los medios de comunicación, se ha desarrollado con el
carácter de ‘medio maraton’ en esta ocasión. Pero con
tensiones sin duda y con puntos de fricciones pese a que el
Reglamento volvió a ser saltado por esa ‘facilidad’ a las
minorías del presidente que, en su momento -ya advierto-
pasará factura.
Ya ha tenido un rifi rafe considerable el presidente con los
tiempos, las réplicas, las contrarréplicas y las dúplicas. Y
todo ello, pese a esa ‘generosidad’, para contentar a todos.
Ya le ha provocado el disgusto de quienes han querido seguir
pidiendo más y más, al margen del Reglamento. Acabar con
estas fricciones, alimentadas por la manga ancha del
presidente, se hace aplicando el Reglamento de manera
taxativa en los plenos.
Yendo al cogollo del asunto, oir a Juan Luis Aróstegui,
desde la tribuna de oradores hablando de su presupuesto
alternativo produce, a los que aún tenemos memoria histórica
en esta ciudad, incredulidad, perplejidad y hasta una
sonrisa.
Aquél que fue gestor de este Ayuntamiento, a finales de los
80, incapaz de mantener el equilibrio financiero en unas
desfasadas cuentas de la Ciudad en las que los gastos
superaban ampliamente a los ingresos hasta tal punto, que el
Ayuntamiento de Ceuta fue apercibido por un Ministerio de
Hacienda preocupado por una tasa de endeudamiento que
superaba el límite establecido por el Gobierno de España. El
gasto desmedido experimentado en las diferentes parcelas del
Gobierno municipal como consecuencia directa de la presencia
en dicho equipo de tres formaciones políticas con intereses
claramente diferenciados (PSOE-CDS-PSPC), derivó en un
incremento espectacular de las diferentes tasas municipales,
que los ciudadanos debían abonar por la prestación de
servicios esenciales, incrementando la presión fiscal al
166,67%. Y Juan Luis Aróstegui era el concejal de Economía y
Hacienda y uno de los actores principales de la pérdida de
Caja Ceuta, por poner un ejemplo.
El debate de los presupuestos se convierte en un esperpento
final como consecuencia del debate del documento presentado
por la formación liderada por Aróstegui y hasta el final del
Pleno cuando tuvo que zafarse, de nuevo, el presidente con
los antojos del grupo del veterano político pese a la
propuesta “analógica y no viable” que intentó colar el
ínclito opositor.
Estas desazones de Vivas en los Plenos se deben, sin duda,
al plácet que siempre ha dado al grupo Caballas y que ahora
le pasa factura. ¿Habrá aprendido?.
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