Este mes es repleto de grandes
banquetes, aperitivos, brindis, comilonas, cenas de empresa,
y dar rienda suelta a los abrazos, los apretones de manos,
los besos, las placas, los discursos sentidos, aunque mas de
uno, tenga el cuchillo debajo del mantel, para clavarlo por
la espalda.
Tengo un apunte que ahora no recuerdo el resto del mensaje,
que me habia guardado, pone tu primo, la otra cara, y mas
bonita que nadie, supongo que será por algun primo mio, que
el Cristiano pone la otra cara, para que se la partan, y que
Ceuta es mas bonita que nadie, aunque esto lo dijo una
profesora, en mis tiempos, cuando una alumna le tiró un
chicle y le impactó en el pecho a la maestra, fue algo asi
como si me vais a despreciar, yo soy mas bonita que nadie, .
Y junto a esta frase como coletilla, lo que una madre, le
endiñó a otra porque no dejaba que su hijo jugase con los
demás, creo que era asi como “ni tiene piojos mi hijo, y
tiene unos huevos muy lindos”.
Hace unos años, asisti como invitado a una de esas cenas de
Navidad, tan rapida y tan pronto, que no habia hueco alguno
en la agenda de Diciembre, como estaba el Sabado, con el
agua y viento que caia, hice un esfuerzo y nos dirigimos al
restaurante de turno, los saludos de rigor, los besos y
apretones de manos, van llegando invitados y acreditados
para ocupar la mesa, se sientan a mi vera, creo que cuatro
miembros del sexo masculino, y todavía no habiamos cruzado
saludos de rigor, cuando cambian de parecer y me dejan con
la palabra en la boca, y abandonan mi compañía, se fueron a
otra parte de la mesa, me tape la boca, para asi cagarme en
sus mulas, tenia dos caminos, aguantar unos minutos o bien
esperar que alguien que faltaba ocupara el lugar abandonado.
Lo malo de estas historias, es que los comensales no son
niños, aquí no hay chiquillería de la edad del pavo, ni
personal octogenario que no sepa donde poner el huevo.
Hablamos gente entre 30-40 años, con canas en los compañones,
Al final lo pasé bomba, porque llegaron personal del sexo
femenino, de muy buen ver y la mar de simpaticas, aquí saqué
mi labia, mis vivencias, mi carrete y estuve repartiendo
para todas una buena velada, regando con buen vino a todas
las copas y los platos por doquier.
Como historias como estas puede que me vuelvan a pasar, pero
no es de hombres ni caballeros, una vez sentados, porque no
tengas un “rosco cercano” que tapar, el cambiarte de sitio,
ya tuve algo parecido hace años, y no me largué porque, yo
tenia que dar un discurso emotivo, sino dejo el pergamino a
que “lo lea otro”, para desprecios y malos gestos estamos
todo el año, asi tambien en Navidad.
Tomen nota señores comensales.
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