El médico me ha recetado un
medicamento. No digo el por qué me lo ha recetado para no
levantar la alarma social.
La receta extendida por la Sanidad Pública Catalana (cuesta
el 40% a los usuarios) no ha sido gravada con el impopular
euro que pretende cobrar la Generalitat de Catalunya como un
peaje.
Menos mal.
Han fijado un peaje de un euro por medicamento, que se suma
al 40% que aportamos los ciudadanos ‘enfermos’.
Pretenden hacerlo en breve.
Ya ha comenzado el aluvión de críticas, sobre todo cuando
aseguran que lo implementarán indistintamente de la renta,
con lo que castigará económicamente a los sectores más
desfavorecidos.
Existe constancia de cientos de personas que han dejado de
tratamientos médicos, precisamente, porque no pueden pagar
el 40% de los medicamentos.
Creo que el ‘president’ conservador de CiU, Artur Mas, ha
traspasado la línea roja.
Aunque la medida del copago aún debe negociarse en el
Parlament, ya está diseñada con carácter general y sin
atisbo de equidad social. Pagarán ese euro por igual los
pensionistas, los jubilados, los enfermos crónicos, los
parados, etc.
Menuda excusa para justificar. El Consejero de Sanidad
catalán ha afirmado que resulta muy compleja la
discriminación entre usuarios… receta roja, receta verde,
receta azul ¿Es difícil? Con estos colores se pueden
distinguir fácilmente a los jubilados y pensionistas, a los
trabajadores y a los parados ¿No?
En mi opinión, personal e intransferible, creo que debería
salir una norma a repartir entre los médicos de cabecera, o
de familia como los llaman ahora, y que contenga entre otras
cosas la imposibilidad de que los médicos de cabecera, o de
familia como los llaman ahora, extiendan recetas. Ni mucho
menos las enfermeras.
El médico de cabecera, o de familia, se limitaría a dar un
diagnóstico provisional y, si lo considera necesario, enviar
al paciente al especialista. Es a éste último al que
corresponde extender la receta del medicamento que considere
necesario para el tratamiento específico del paciente.
Así se evitaría que los pacientes salgan del ambulatorio con
todo un talonario de recetas expedidas por el médico de
cabecera, o de familia, y/o las enfermeras que para nada les
sirven.
Con lo que esto supone de ahorro económico para las arcas
públicas.
Pues no, señoras y señores. Prevalece el ‘lobby’ de los
políticos conservadores a favor de las poderosas empresas e
industrias farmacéuticas.
Después de 34 años fomentando entre los ciudadanos los
derechos que tienen, omitiéndoles las obligaciones, y
sumando errores, abusos, fraudes a granel… no nos extrañe
que lleguen a los 800.000 millones de deuda.
Resulta bochornoso que carguen la crisis a los ciudadanos
enfermos.
Tal vez sea una maniobra política, de envergadura y diseñada
por los componentes siniestros de los gobiernos, para
reducir personal en el territorio superficial y colocarlos
en el de abajo.
Menos mal que no estamos en Corea, donde obligan a compañías
teatrales, compuestas mayormente por mujeres, a llorar por
las calles la muerte de su líder y presentarlas al mundo
como un ejemplo de amor patriótico.
Si estuviéramos… saldrían batallones de ancianos, con sus
achaques a cuestas, exclamando la bondad de la decisión
tomada por el ‘Govern Català’. Nostalgia tal vez.
En fin. La vida sigue, yo menos
|