Por la radio airean varias
personas que van a dedicar sus fiestas navideñas a recorrer
la geografía nacional para decir, por supuesto, que van a
recorrer España. Y me entran unas ganas locas de gritar
improperios a granel contra quienes sientan cátedra de
tontos a nativitate.
La verdad, yo no he leído que, en ninguna época de nuestra
historia –incluido el reinado de Carlos II el Hechizado,
que ya fue la monda- los españoles se avergonzasen de llamar
España a España. Y el problema es que la cosa viene de atrás
y, claro, semejante absurdo ha hecho carrera y se oye a cada
paso como si su uso fuera motivo de distinción.
En fin, dejemos a España y a su reciente historia y pasemos
a las tristes historias de la actualidad, de diciembre de
2011. La primera es el paro, llamado eufemísticamente
desempleo. Un paro de más de cinco millones de personas. Lo
cual no deja de ser una invitación permanente para que los
que carecen de trabajo salgan a la calle en plan aquí
estamos nosotros.
Luego están los jóvenes que no han trabajado en su vida y
que dadas las circunstancias mucho nos tememos que lleguen a
punto de jubilarse sin haber dado un palo al agua. Y no por
culpa de ellos, sino porque nuestros gobernantes llevan ya
la tira de tiempo siendo juguetes en manos de los cuatro
bancos más poderosos y de las multinacionales ligadas al
asunto. De modo y manera que sería de muy buen gusto
suprimir el artículo 35 de la Constitución. Cuyo titulo es
Derecho y deber del trabajo…
En cuanto a los universitarios, por desgracia, tienen el
futuro más negro que una pelea de negros en un túnel, como
solía decir mi amigo el marqués de Pezaguas. Es más,
bien harían los universitarios actuales, para curarse en
salud, en compaginar sus estudios con el aprendizaje de
oficios muy rentables. Ejemplos: el de fontanería y
electricista, que son de una rentabilidad extraordinaria.
Incluso en los tiempos que corren. Si lo sabré yo. Y, cómo
no, ustedes también. Los que no se quieren enterar son los
padres de los universitarios.
Pues bien, esta es la España que tenemos cuando falta un día
para que tome posesión de su cargo Mariano Rajoy.
Persona de la que se dice que es fiable en todos los
sentidos y que siempre cumple cuanto promete. Y al cual
nadie le niega que sea discreto, estudioso y formal. Vamos,
que reúne todos los requisitos que suelen requerir de los
hombres las madres de las niñas casaderas. No obstante, en
vista de cómo está la situación, con ese perfil no le basta
para sacar a España de la ratonera en que anda metida. Así
que me imagino que Rajoy, amén de los recortes que se
vislumbran, será capaz de sacarse de la chistera algún
resorte que nos haga vibrar en estas fiestas.
En Ceuta, donde la españolidad aún se vive con la intensidad
necesaria como para no tenernos que avergonzar de nada, como
debe ser, apenas se dan casos de tontos de nacimiento que
hayan dado en la manía de decir que pasarán las navidades
recorriendo la geografía nacional. Pero mentiría si no
dijera que hay varios cretinos, que son tontos con más
ínfulas, dispuestos a sembrar la cizaña con el fin de
convertir esta ciudad en un sitio inhabitable. Y al paso que
van, con sus denuncias diarias, muchas sin ton ni son,
seguramente acabaremos dando un escándalo mayúsculo. O sea.
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