Hoy me he levantado con el pie
izquierdo.
Al descender del cálido lecho en el que he dormido como un
bendito, ¿se dice así?, he realizado una maniobra digna de
un malabarista: he pasado la pierna izquierda por encima de
la derecha y la he posado en el frío suelo.
Bueno, la pierna no es que la haya posado en el suelo, era
el pie obviamente.
Como entenderán, duermo en el lado derecho del tálamo,
aunque soy más bien de centro-izquierda, por razones que
sólo a mi me incumben.
No es que quiera decir que levantarme con el pie izquierdo
haya comenzado mal.
Lo que sí ha comenzado mal es lo que se veía venir sobre la
composición del nuevo Parlamento español.
Las maniobras de la derecha, ahora convertida en extrema
derecha mostrando su verdadera cara, que forma mayoría en la
mesa del Congreso ha despreciado por todo lo bajo el derecho
de formar grupo propio a una formación presentada y votada
legalmente. Eso es una burla a los electores que han votado
a esa formación que tiene diputados suficientes para formar
grupo propio.
Más burla a los electores, primero pasándose por salva sea
la parte esa ley que ellos mismos, los de la derecha,
aceptaron como guía para el proceso electoral (Ley d’Hont) y
por otra parte permitiendo que un grupo político que no
dispone de los diputados suficientes para formar grupo
propio lo tenga, aunque sea con diputados prestados.
Mientras que otro grupo político, con cinco diputados justos
puede formar grupo propio en e Parlamento, el rechazado, con
seis diputados más uno de reserva, es impedido de formar
grupo propio.
Es una burla tremenda a la democracia.
Es un manejo que habla bien a las claras de lo que nos
espera con un gobierno totalitario e intransigente que
proviene de un partido que no fue democrático en sus
orígenes y que tuvieron que aparentar democratizarse merced
a la política parlamentaria.
Creo que volverá aquel estilo social que ha retratado muy
bien Ramón J. Sender en su novela «El lugar de un hombre»
(1939) aunque con menos virulencia.
Los personajes que retrató el escritor oscense -en su
juventud dirigió “La Tierra”, un diario oscense que formaba
parte de la Asociación de Ganaderos del Alto Aragón-,
muestran muy a las claras lo que fue el país en aquellos
tiempos y lo que será en los actuales tiempos si no se
remedia.
Carecen totalmente de valor las alegaciones que el PP
presente, o pueda presentar para tomar esas decisiones
negativas, cuando la renuncia de ETA al terrorismo ha dejado
sin fundamento la estrategia seguida por Rajoy y los suyos.
La utilización demagógica de las instituciones sólo puede
producir un gran malestar y permitirán que los vascos vean
con otros ojos la historia contemporánea de los abertzales,
dándoles la razón a estos.
Se seguirá mintiendo al pueblo español con la nueva
estrategia de provocar a los vascos y así poder permitirse
la continuación de una lucha ficticia contra el supuesto
terrorismo futuro.
No se trata de un error político, se trata de una decisión
dictatorial prevista de antemano y que no será la última,
sino el principio de una serie de decisiones, que reventarán
por completo el sistema democrático que hemos conseguido con
sudor y lágrimas.
Volvemos a los tiempos de dictaduras a juzgar por lo que
está haciendo el PP en el país vasco: reintroducir gente, no
afín a los vascos, para tratar de nivelar la balanza
electoral ante el auge que ha tomado el conjunto de fuerzas
abertzales.
En fin. La vida sigue, yo también, preparándome para
afrontar tiempos difíciles.
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