El regreso a la actividad política
del abanderado del localismo ha estado marcado por la
polémica desde el primer momento. Sus intervenciones
públicas y artículos de opinión se caracterizan por la
proliferación de virulentos ataques contra todos aquellos
que disentimos de sus postulados, mostrando públicamente una
falta total de control sobre sus propias palabras.
Circunstancia que podría argumentarse en diferentes
cuestiones aunque, las resumiré en tres; se siente muy
intelectual y piensa que todo el mundo tiene ganas de
escucharlo, todo a su alrededor esta mal, excepto el mismo,
y por supuesto, busca en todo momento “quedar bien y hacerse
el gracioso”.
A pesar de todo ello, los ciudadanos somos plenamente
conscientes de una realidad incuestionable, hemos crecido
democráticamente como consecuencia de una historia política
que se encuentra a nuestra disposición en las hemerotecas de
los principales medios de comunicación. El temor a la
derecha, las calumnias infundadas, los perjuicios étnicos,
la incontinencia verbal y las tergiversaciones informativas
son rechazadas una y otra vez por unos ciudadanos asqueados
de las políticas rancias utilizadas por algunos dirigentes
encubiertos de falso progresismo. Los ciudadanos esperamos
respuestas realistas a las diferentes problemáticas que
padecemos rechazando totalmente planteamientos demagógicos
trasnochados.
El último episodio protagonizado por el líder localista
muestra públicamente una realidad puesta de manifiesto en
innumerables colaboraciones. Los ceutíes hemos tenido la
oportunidad de conocer a través de sus propias palabras los
verdaderos pensamientos del protagonista de mi reflexión de
hoy en relación a dos cuestiones de actualidad. Por un lado,
en relación a la labor que desarrollan los profesionales de
la comunicación encuadrados en la televisión pública y por
otro lado, en relación a como éste progresista cataloga a
los aficionados al fútbol de la ciudad.
Resulta indignante comprobar como el máximo dirigente de una
central sindical mayoritaria arremete contra unos
trabajadores de RTVCE, que desarrollan sus labores
profesionales desde la independencia por el mero hecho de
tener criterio propio. Un histórico líder sindical que
utiliza todos los medios a su alcance para cercenar los
derechos de unos trabajadores públicos con la única
intención de imponer sus propios criterios. Aunque, mi
indignación se acrecienta cuando escucho como este diputado
autonómico, figura pública que debería velar por los
intereses de todos los ceutíes sin exclusión alguna, insulta
gravemente a los seguidores del primer equipo futbolístico
de la ciudad al compartir los planteamientos de su “alumno”.
En definitiva, durante meses he compartido con los lectores
de este medio de comunicación numerosas reflexiones
relativas todas ellas a la labor política desarrollada por
un diputado localista, que al mismo tiempo ostenta la máxima
dirección de una central sindical mayoritaria es decir, una
persona que debería velar por los intereses de los ceutíes
en estos dos ámbitos sin embargo, la realidad es
diametralmente opuesta puesto que son innumerables las
ocasiones en las que ha arremetido vehementemente contra
todos aquellos que discrepamos con sus planteamientos sin
diferenciar entre empresarios, dirigentes políticos o
sindicales y trabajadores.
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