Con el pan no se juega


 

Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com
 

Los costes del absentismo laboral en la Ciudad Autonóma suponen muchos miles de euros, ante lo que se puede alegar que el mismo supuesto acontece en todas las comunidades, a lo que respondo que los problemas de Castilla-Leon y Galicia, nos alcanzan como españoles que somos todos y del ADN de Atapuerca, pero lo que interesa, no por egoísmo ni cerrilismo ultramontano y paleto, sino porque lo que vivimos es el día a día en Ceuta y son los problemas que más directamente nos alcanzan, es el asunto del absentismo laboral que repercute en esta ciudad. Y no ya sólo por el montante de los costes, sino porque todos somos testigos directos de la tragedia del paro que asola España, de las terribles dificultades con las que se topan quienes aspiran a su primer empleo tras salir de la Universidad o de la FP, con el doble drama de los que se quedan parados con más de cuarenta y cinco años tras toda una vida trabajando y de repente parecen convertirse en inútiles para un mercado laboral tan hijoputa y cegato que es incapaz de valorar la madurez y la experiencia.

Y ¿Quien no se ha quedado alelado ante las convocatorias de plazas o empleos públicos, donde ofertan cuarenta puestos y se presentan más de mil criaturas? ¿Y el sinvivir de los miles de españoles que se encuentran preparando oposiciones, muchos al tiempo que trabajan, con la aspiración de lograr una plaza? Hoy por hoy todo es tremendamente dificultoso, han sido demasiados años de pésima gestión gubernamental, de destrucción de empleo a base de arruinar a las empresas, la moral del pueblo anda por los suelos y tardará en remontar. España se ha convertido en un país de emigrantes y por nuestras fronteras salen los mejores cerebros, las mentes más capacitadas, los “currantes” más lanzados que se congelan los huevos haciendo las autopistas de Bucarest, los mejores técnicos que tienen que pedir créditos para meterse en los carísimos cursos intensivos (8 horas diarias) de alemán y largarse a Düsseldorf para generar prosperidad y crecimiento a la salud de Angela Merkel, los de las escuelas de hostelería que acaban contratados en Suiza o en Inglaterra y todos los que entran en el Erasmus que saben que tendrán que acabar recalando en países de guiris.

Por la frontera sale la emigración fetén, los que se quedan pasan más hambre y más fatigas que un lagarto detrás de una pita y encima por el sur nos entra ilegalmente una inmigración de pobres que acude con el sano y generoso propósito de que les solucionemos la vida con el sudor de nuestra frente y nuestro trabajo. ¡Valiente panorama!.

Y aún teniendo más ruinas que Mérida los hay que, siendo auténticos privilegiados por contar con un empleo fijo y un jornal, potrean a la España que está “a la que salta” y suben las cifras de absentismo laboral injustificado, es decir, que no van a trabajar y no tienen medios de excusar su incomparecencia, sencillamente, no acuden al “curro”. Y esto me hace venir a la memoria aquel chiste que contaba Gila de la mujer fea que acudía a todas las bodas, se ponía en la primera fila y cuando el cura le preguntaba a la novia ¿Quieres a menganito como esposo? saltaba la fea: “Y si no pá mí”.

Lo que viene a significar que quien tenga un puesto y no lo quiera y no lo aproveche, que se vaya a tomar viento (hoy me siento dialécticamente correcta) y que corra la fila, porque un empleo fijo es para los españoles un “Gordo” de Navidad. Cualquier empleo pero ¡no digamos ya de funcionarios públicos! A esos se les ve directamente bendecidos por la Gloria de Dios Padre y comprendo la indignación ciudadana que puede provocar el que aparezcan unas estadísticas señalando que en el último trimestre del año pasado la Policía Local registró un 68% de ausencias sin justificar, porque ¿Se figuran ustedes la de chicos y chicas, que aspiran a una plaza en la Policía?

Si en otros momentos menos complicados el absentismo era un fenómeno a combatir por lo que de fraude conlleva, hoy es más que un fraude a la Administración porque éticamente es una tropelía y una afrenta para todos aquellos que se acuestan cada noche pidiéndole a Dios un trabajo y que andan empeñados con medio Santoral, de promesa en promesa, por tal de entrar “fijos” aunque sea fregando las escaleras de un Ayuntamiento. Porque según las épocas se hacen bromas y chascarrillos con según qué temas y en la realidad actual, con la siniestra espada de Damocles del paro pendiendo sobre todas las cabezas, con el trabajo no se puede bromear, porque resultaría algo indeseable y profundamente deshonesto. Dos dichos : “El hambre es puta y ladrona” y “Con el pan no se juega”.