No conozco casi nada que sea de sentido común. Cada cosa que
se dice que es de sentido común ha sido producto de
esfuerzos y luchas de alguna gente por ella “
Éstas eran las palabras de Amelia Valcárcel, una gran
luchadora como otras tantas que decidieron dedicar su vida,
su trayectoria, su sentir y su levantar, a poder hacer todo
aquello que la razón no lograba entender. Y digo la razón,
porque bastaba y basta analizar sólo por un instante el
panorama diario de nuestras propias vidas, para darnos
cuenta de la inmensa suma de connotaciones machistas
impregnadas en nuestro aliento que hacen que las mujeres
sigan siendo uno de los colectivos más humillados,
denigrados, intimidados y presionados de la humanidad. La
tortura, el hambre, las desapariciones, los embarazos
forzados, las violaciones y la discriminación tienen rostro
de mujer.
“Españoles, Franco ha muerto” dijo el presidente Arias
Navarro. Y a los dieciséis días, las españolas celebraban
las Primeras jornadas por la Liberación de la Mujer. Durante
los días 6, 7 y 8 de diciembre de 1975, quinientas mujeres
llegadas de todos los rincones del país se concentraban en
Madrid de forma clandestina. Nacía el movimiento feminista
en España. Un movimiento que ya practicaban otras mujeres
antes de esa fecha y que aún en estos momentos, sigue siendo
tan necesario como cuestionado y censurado por personas
carentes de humanidad, esas que incluso pudieran haber
celebrado hace dos días la Declaración de los Derechos
Humanos, pero no Humanas.
Y digo no Humanas, porque desde el mismo momento que lo iban
a llamar “Declaración de los Derechos del Hombre”, Eleanor
Roosevelt, Presidenta de la Comisión y feminista, planteó
que el término excluía a las mujeres y consiguió cambiarle
el nombre. La lucha de Roosvelt, ha tenido que ser sucedida
por millones de otras tantas manos defensoras de unos
derechos que han estado pisoteados, una y otra vez, por
aquellas personas conservadoras, patriarcales y neomachistas
que han hecho perpetuar la discriminación en el pleno siglo
XXI.
El Derecho a la integridad física, al trabajo, a la
educación, a la cultura, al acceso al poder, a una vida
sexual y reproductiva plena y sana, a conservar los
ingresos, a acceder al derecho de propiedad y a los créditos
bancarios, a ser tratadas con dignidad y en definitiva, a
tener la misma igualdad de oportunidades que los hombres, no
es algo de entonces, del ayer, ni tan siquiera de un
capítulo de Cuéntame cómo pasó.
Aún hoy debemos enfrentarnos a la impotencia de ver como, no
sólo una parte de la sociedad, ignoran e intentan destruir
esta reivindicación justa y necesaria, sino que todo un
partido político como el PP ha puesto su granito de arena en
el freno de la igualdad. Unas políticas de igualdad que
tienen que ser las respuestas institucionales al problema de
la desigualdad y que gracias al partido socialista aún hoy
tenemos y vemos la salida.
Ley de Igualdad, Ley contra la Violencia de Género, el
permiso de paternidad, Ley de salud sexual y reproductiva,
Ley de la Titularidad Compartida, el reconocimiento de las
empleadas y empleados del hogar, Plan integral de la Lucha
contra la Trata..., son algunas de las pruebas de nuestro
compromiso real por seguir avanzando en el panorama de la
declaración no sólo de derechos, también de intenciones. Lo
hicimos, si. Es evidente, que si le preguntamos al Partido
Popular nos dirán que creen en la Igualdad pero el camino se
demuestra andando y no con abstenciones, rechazos y recursos
a todos los pasos dados. Entonces hizo falta que
desapareciera el franquismo, quizás ahora sea necesario
seguir apostando por el Partido Socialista Obrero Español
para vivir como mujer, en plena libertad.
* Secretaria de Políticas de Igualdad del PSOE de Ceuta
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