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OPINIÓN - VIERNES, 9 DE DICIEMBRE DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Oposición al racismo
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

A veces suelo jugar con la ventaja de haber vivido ya muchos años en esta ciudad. Y por ello me puedo permitir el lujo de contar cosas que deben ser conocidas. He aquí una de ellas. 1987: yo reunía todos los requisitos para ser el director de la Escuela Municipal de Fútbol perteneciente al Instituto Municipal de Deportes. Y, por tanto, me fue adjudicado el puesto.

Mi llegada al IMD fue muy mal recibida. Puesto que quienes hacían y deshacían allí sabían que, además de director de una escuela que había que organizar, a mí se me había revestido de poder para supervisar cuanto aconteciera en dicho organismo deportivo.

Era septiembre de 1987. Y pude convencer a Juan Vega para que convirtiera, sin consignación, un potrero en parcelas dispuestas para que los niños de Ceuta pudieran practicar fútbol. El sitio del cual hablo es lo que hoy se conoce como Parque de Juan Carlos I.

Los campos de fútbol fueron trazados y allá que comencé a conquistar a los niños que debían formar parte de una escuela que nunca fue bien vista por quienes manejaban el IMD a su antojo. Me acompañaban en la tarea dos hombres designados por mí: Antonio Tirado ‘Antonati’ y Manuel Luque Ríos.

Bien pronto me di cuenta de que los problemas se me iban acumulando. Que la escuela no progresaba. Y por más que pedía explicaciones lo único que se me decía es que me dedicara a cobrar y callar. Que mi sueldo era lo suficiente bueno como para que no me metiera en asuntos que no me incumbían.

Tuve tiempo, como supervisor del organismo, de informar a mi superior que el IMD funcionaba muy mal. Que allí imperaba el desastre y… tengamos la fiesta en paz. Y siempre se me respondía que tratara por todos los medios de hacer la vista gorda. Que no se vivían momentos adecuados para que tales cosas salieran a relucir.

Entretanto, los niños, que se habían inscrito en la escuela, llegaban tres días a la semana a los campos de fútbol. Lo hacían vestidos con ropas compradas a adidas. Procedían de todos los rincones de la ciudad. Aunque eran mayoría los que bajaban de la barriada de el Príncipe.

Debo decir que la presencia de aquellos niños despertaba un interés inusitado en las tres personas que formábamos parte de aquel principio de escuela que se estaba forjando. Una escuela boicoteada. Pero que contaba con la enorme ilusión que ella había despertado en Tirado, en Luque y en mí.

Pasaba el tiempo, y cuantas más veces acudía yo a la persona que tenía que otorgarme poderes para que aquel proyecto futbolístico cuajase, más me daba cuenta de que no interesaba que aquella escuela saliera adelante.

Y no dudé en pedir explicaciones. Y lo hice a tumba abierta. Y se me dijo que el Partido Socialista del Pueblo de Ceuta –PSPC-, que estaba a punto de llegar a un acuerdo para gobernar con el PSOE, no veía con buenos ojos que tantos niños musulmanes fueran vestidos con prendas de adidas. Que la escuela de fútbol debía ser un coto cerrado. Y

Ante esa respuesta, no tuve más remedio que decirle al alcalde que renunciaba a ser empleado del Ayuntamiento. Mi sueldo, entonces, era muy bueno. Creo que fui el primer empleado municipal en pedir la cuenta por oponerme al racismo de aquellos políticos del PSPC. Lo que va de ayer a hoy.
 

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