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OPINIÓN - MARTES, 6 DE DICIEMBRE DE 2011

 
OPINIÓN / COLABORACION

Lo que esconde el silencio de Rajoy

Por Álvaro Matud*


Cumpliendo todos los pronósticos, Mariano Rajoy ha ganado a la tercera las elecciones generales y se convertirá en el próximo presidente de España. Atrás quedan sus dos intentos fallidos de llegar a la Moncloa y el cuestionamiento de su liderazgo en el Partido Popular. Han sido ocho años de travesía por el desierto, asediado por quienes criticaban su falta de carisma y le comparaban con las mejores valoraciones del presidente Rodríguez Zapatero primero, y de Rubalcaba después.

Hoy no sólo se ha convertido en el político mejor valorado, sino que ha ganado las elecciones. Y lo ha hecho sin cambiar la imagen ni el discurso que se le ha criticado en estos años. El Rajoy candidato ha permanecido alérgico a los asesores de imagen y ha mantenido un discurso sin estridencias y bastante repetitivo.

Pero detrás de su aparente pasividad hay una estrategia de comunicación muy pensada y eficazmente desarrollada por su equipo, a pesar de las críticas que le suponía por parte de muchos periodistas que hoy escriben sobre su éxito.

Esa estrategia ha consistido en descubrir que, tras ocho años de un Gobierno que ha muerto víctima del éxito de su propia comunicación, los españoles tienen hambre de realidad, aunque sea dura. Por eso, cotizan al alza los líderes poco carismáticos, quizá aburridos pero previsibles. Aprovechar esta evolución ha sido la clave de la comunicación de Mariano Rajoy, que ha sabido hacer de su figura poco mediática una virtud.

Gracias a una adecuada investigación sociológica, Mariano Rajoy ha partido de la base de que la gran mayoría de ciudadanos están alejados de la política, sí, pero de la política ideológica. La mayoría de las personas sí aprecia la política como una actividad que aporte soluciones a sus problemas concretos. La crisis ha hecho que en estas elecciones han pesado menos los titulares que nuestro entorno cercano.

Teniendo en cuenta este contexto social, la estrategia de Mariano Rajoy no ha sido contentar las demandas de los medios de comunicación, sino dirigirse directamente a la gente. Como explica Frank Luntz, lo importante no es tanto lo que uno diga, sino lo que la gente entiende. Por eso, Rajoy ha optado por dirigirse a la opinión pública en vez de a la opinión publicada. No significa que haya puenteado a los medios de comunicación, sino que los ha entendido como lo que son: medios y no fines. Por eso muchas veces su comunicación ha sido recibida con críticas razonables de los profesionales del periodismo, que desconocían el propósito último de esta estrategia.

Está claro que esta estrategia de comunicación le ha llevado a ganar las elecciones con claridad. Pero ¿se puede mantener siendo ya presidente?

La respuesta la estamos viendo ya. Mariano Rajoy no sólo ha mantenido su política de austeridad informativa, sino que ha dado un paso más, como candidato electo, hasta llegar al silencio. Desde la noche electoral, Rajoy no ha hecho una sola declaración a los medios y ha preferido encerrarse en su despacho a diseñar el nuevo Gobierno.

Nuevamente, detrás de ese silencio hay una estrategia de comunicación muy definida. En primer lugar, Rajoy tiene que dejar claro que mientras no sea presidente él no puede tomar las decisiones que muchos le reclaman. En segundo lugar, Rajoy quiere desmarcarse del Gobierno anterior, que apostó por la primacía de la comunicación sobre la gestión. Su silencio es el mensaje más elocuente sobre su forma de entender el Gobierno como gestión política y económica. Estos días de trabajo fuera de los focos también le sirven para marcar las distancias con un Gobierno al que acusó de improvisar y de actuar de cara a la galería.

Otra consecuencia de su silencio es que atribuye mayor valor a sus hechos y obliga a los medios a tener que interpretarlos. El primero fue significativo: poner en manos de Soraya Sáenz de Santamaría la transición. Un gesto que visualiza la prontitud de coger las riendas del Gobierno, pero manteniendo los ritmos que marca la legislación. La segunda y última acción conocida hasta ahora de Mariano Rajoy ha sido recibir a algunos de los principales banqueros. En plena crisis del euro ha supuesto un mensaje nítido de consenso y firmeza de la postura que defenderá España en la próxima cumbre europea del 8 de diciembre.

Evidentemente, el silencio del candidato electo se acabará rompiendo, pero lo hará cuando y como Mariano Rajoy lo vea más conveniente. Esto contribuirá además a reforzar su imagen de independencia y su liderazgo en la tarea de gobierno. Una vez elegido por las Cortes, Rajoy tiene el desafío de mantener su comunicación directa con la opinión pública mientras atiende las imprescindibles necesidades informativas de un Gobierno.

Habrá que estar atentos para comprobar si Mariano Rajoy consigue convertirse en un presidente poco mediático pero bien valorado. La realidad, que ha sido su gran aliada como candidato, será su gran desafío como presidente.

*Álvaro Matud es director del Máster de Comunicación Institucional y Política de la Universidad Carlos III de Madrid.
 

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