Un psiquiatra infantil u otro profesional de la salud mental
cualificado, normalmente diagnostica los trastornos de
ansiedad en niños y adolescentes a partir de una evaluación
psiquiátrica completa. Los padres que advierten síntomas de
ansiedad grave o conductas excesivas o compulsivas en sus
niños o hijos adolescentes pueden ayudarlos procurando una
evaluación y tratamiento precoces, decisión clave para
reducir la aparición e incidencia de problemas en el futuro.
Para que pueda realizarse un diagnóstico de TOC, las
obsesiones y compulsiones deben ser suficientemente
dominantes, graves y molestas como para que las actividades
diarias del niño o adolescente se vean afectadas de manera
negativa. En la mayoría de los casos, las actividades
involucradas en el trastorno (por ejemplo, lavarse las manos
o controlar las cerraduras de las puertas) insumen más de
una hora diaria y provocan angustia psicológica y un
desempeño mental reducido. Muy frecuentemente, los adultos
notan que estas conductas no son normales, sin embargo, los
niños y adolescentes no cuentan con la capacidad crítica
para juzgar este tipo de conducta como irracional o anormal.
PROTOCOLOS Y CRITERIOS DE DIAGNÓSTICO.
En este apartado se exponen los síntomas esenciales y
asociados propuestos por la Asociación Americana de
Psiquiatría a través del DSM-IV se establecerán los
criterios comunes y necesarios para establecer un protocolo
de diagnóstico a un paciente con un trastorno
obsesivo-compulsivo, es decir, qué pauta se ha de seguir
para establecer el diagnóstico y qué criterios son los
necesarios para concluir que un individuo presenta éste y no
otro trastorno.
Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales.
En el DSM-IV se explica la distinción entre obsesiones y
compulsiones, que se definen a lo largo de líneas
funcionales que son mucho más relevantes para el
tratamiento. Una obsesión es un pensamiento repetitivo e
intruso, un impulso o una imagen que causa ansiedad o
malestar notables, mientras que una compulsión es un
comportamiento repetitivo y estereotipado o un acto mental
dirigido a reducir ansiedad. Por lo tanto los pensamientos
pueden considerarse obsesiones o compulsiones cognoscitivas
según si provocan ansiedad o la reducen. El Trastorno
Obsesivo-Compulsivo está incluido dentro del apartado de los
Trastornos por Ansiedad,
Síntomas y trastornos asociados
Características descriptivas y trastornos mentales
asociados. Con frecuencia existe evitación de situaciones
que se relacionan con el contenido de las obsesiones, como
son la suciedad o la posibilidad de contraer enfermedades.
Por ejemplo, un individuo obsesionado por la suciedad puede
evitar las salas de espera públicas o estrechar las manos de
las personas extrañas. Las preocupaciones hipocondríacas son
frecuentes, traduciéndose en visitas repetidas al médico
para que éste descarte cualquier enfermedad. También puede
haber sensación de culpa, sentimientos patológicos de
responsabilidad y trastornos del sueño. Cabe observar
asimismo un consumo excesivo de alcohol o fármacos sedantes,
hipnóticos o ansiolíticos. La realización de los actos
compulsivos puede convertirse en una de las principales
actividades diarias del individuo, traduciéndose en
problemas conyugales, laborales o sociales. Los
comportamientos permanentes de evitación pueden conducir a
un confinamiento total del individuo en su propio hogar.
El trastorno obsesivo-compulsivo puede asociarse a trastorno
depresivo mayor, otros trastornos de ansiedad (fobia
específica, fobia social, trastorno de angustia), trastornos
alimentarios y trastorno obsesivo-compulsivo de la
personalidad. Existe una alta incidencia de trastorno
obsesivo-compulsivo en el síndrome de la Tourette, con unas
cifras que oscilan entre el 35 y el 50 %. Por el contrario,
la incidencia de síndrome de la Tourette en individuos con
trastorno obsesivo-compulsivo es menor, situándose los
porcentajes entre el 5 y el 7 %. Un 20-30 % de los
individuos con trastorno obsesivo-compulsivo manifiestan la
presencia actual o pasada de tics.
Aunque el trastorno obsesivo-compulsivo se suele iniciar en
la adolescencia o a principios de la edad adulta, también
puede hacerlo en la infancia. La edad modal de inicio es
menor en los varones que en las mujeres: entre los 6 y 15
años para los varones, y entre los 20 y 29 años para las
mujeres. La mayor parte de las veces la aparición del
trastorno es de carácter gradual, si bien se han observado
casos de inicio agudo. La mayoría de los individuos
presentan un curso crónico con altas y bajas, con
exacerbaciones de los síntomas que podrían estar
relacionadas con acontecimientos estresantes. Alrededor del
15 % muestra un deterioro progresivo de las relaciones
sociales y ocupacionales. Aproximadamente un 5 % sigue un
curso de carácter episódico, con síntomas mínimos o ausentes
en los períodos intercríticos.
Patrón familiar.
La tasa de concordancia del trastorno obsesivo-compulsivo es
superior en los gemelos homocigotos que en los dicigotos. La
incidencia de trastorno obsesivo-compulsivo en parientes de
primer grado de individuos con síndrome de la Tourette es
superior a la observada en la población general.
Diagnóstico diferencial.
El trastorno obsesivo-compulsivo debe diferenciarse del
trastorno de ansiedad debido a enfermedad médica. El
trastorno de ansiedad relacionado con sustancias se
diferencia del trastorno obsesivo-compulsivo porque las
obsesiones o compulsiones se consideran etiológicamente
relacionadas con esta sustancia (p. ej., drogas, fármacos o
tóxicos). Los pensamientos, impulsos, imágenes o
comportamientos recurrentes o intrusos pueden aparecer en el
contexto de muchos otros trastornos mentales. El diagnóstico
de trastorno obsesivo-compulsivo no debe efectuarse si el
contenido de las ideas o rituales se relaciona
exclusivamente con otro trastorno mental (p. ej.,
preocupación por la propia apariencia en el trastorno
dismórfico corporal, inquietud por un objeto o situación
temidos en la fobia específica o social, estiramiento del
cabello en la tricotilomanía). El diagnóstico adicional de
trastorno obsesivo-compulsivo puede seguir estando indicado
si el contenido de las obsesiones o compulsiones no mantiene
relación alguna con el trastorno mental concomitante.
En el episodio depresivo mayor la constante cavilación sobre
acontecimientos potencialmente desagradables o sobre
posibles acciones alternativas es una característica
frecuente y se considera un aspecto de la depresión
congruente con el estado de ánimo más que un síntoma de
trastorno obsesivo-compulsivo. El trastorno de ansiedad
generalizada se caracteriza por preocupaciones excesivas,
que se diferencian de las obsesiones por el hecho de que el
indivdiuo las experimenta como una inquietud excesiva
referente a circunstancias de la vida real. En cambio, el
contenido de las obsesiones no suele versar sobre problemas
de la vida real, y el individuo las considera inapropiadas.
Si estas ideas perturbadoras de carácter recurrente se
relacionan exclusivamente con el miedo a padecer o estar
padeciendo una enfermedad importante y este miedo deriva de
la incorrecta interpretación de síntomas físicos, en vez de
un trastorno obsesivo-compulsivo debe diagnosticarse una
hipocondría.
Sin embargo, si la preocupación por tener una enfermedad se
acompaña de rituales como lavados o comprobaciones excesivas
por el miedo a empeorar o bien a contagiar dicha enfermedad
a los demás, puede estar indicado el diagnóstico adicional
de trastorno obsesivo-compulsivo. Si existe una preocupación
prominente por contraer la enfermedad (más que por
padecerla) y no hay comportamiento ritual alguno, el
diagnóstico más apropiado es fobia específica a la
enfermedad. La capacidad de estos individuos para reconocer
que las obsesiones o compulsiones resultan excesivas o
irracionales se manifiesta a lo largo de un continuum. En
ocasiones en el trastorno obsesivo- compulsivo el sentido de
la realidad puede haberse perdido y la obsesión adquiere a
veces dimensiones delirantes (p. ej., la creencia de que uno
es el responsable de la muerte de otro individuo por el
simple hecho de haberla deseado en algún momento).
En estos casos la presencia de síntomas psicóticos puede
hacerse constar mediante el diagnóstico adicional de
trastorno delirante o trastorno psicótico no especificado.
La especificación con poca conciencia de enfermedad puede
ser útil en las situaciones que se encuentran a medio camino
entre la obsesión y el delirio (p. ej., un individuo cuya
preocupación por contraer una enfermedad, aunque exagerada,
es menos intensa que en el trastorno delirante y se
justifica por la ubicuidad innegable de los gérmenes).
Las ideas delirantes de carácter recurrente y los
comportamientos estereotipados extraños que se observan en
la esquizofrenia se diferencian de las obsesiones y
compulsiones por el hecho de no revestir carácter
egodistónico y no ser congruentes con la realidad. No
obstante, algunos individuos presentan síntomas de trastorno
obsesivo-compulsivo y esquizofrenia a la vez, lo que
justifica el diagnóstico simultáneo de ambos trastornos. Los
tics (en el trastorno de tics) y los movimientos
estereotipados (en el trastorno de movimientos
estereotipados) deben diferenciarse de las obsesiones. A
diferencia de los actos compulsivos, los tics y los
movimientos estereotipados son típicamente menos complejos y
no tienen como objetivo neutralizar una obsesión. Algunos
individuos presentan síntomas de trastorno
obsesivo-compulsivo y trastorno de tics a la vez, lo que
puede justificar el diagnóstico simultáneo de ambos
trastornos.
Algunas actividades como comer (p. ej., trastornos
alimentarios), el comportamiento sexual (p. ej., parafilias),
el juego (p. ej., juego patológico) o el consumo de
sustancias (p. ej., dependencia o abuso de alcohol), han
recibido la calificación de «compulsivas» cuando se llevan a
cabo de forma excesiva. Sin embargo, y según la definición
recogida en este manual, no pueden considerarse compulsiones
toda vez que la persona suele obtener placer a través de
dichas actividades y muchos desean abandonarlas debido a sus
consecuencias perjudiciales. Aunque el trastorno
obsesivo-compulsivo de la personalidad y el trastorno
obsesivo-compulsivo comparten semejanzas nominales, las
manifestaciones clínicas de estos trastornos son bastante
diferentes.
El trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad no se
caracteriza por la presencia de obsesiones o compulsiones;
el individuo, ya al principio de la edad adulta, está
permanentemente preocupado por el orden, el perfeccionismo y
el control. Si el individuo presenta síntomas de ambos
trastornos, puede estar indicado el diagnóstico simultáneo
de trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad y
trastorno obsesivo-compulsivo. Las supersticiones y los
comportamientos repetidos de comprobación son frecuentes en
la vida cotidiana. En estos casos sólo debe considerarse el
diagnóstico de trastorno obsesivo-compulsivo si aquéllos
suponen una pérdida diaria de tiempo significativa o dan
lugar a un acusado deterioro de la actividad global del
individuo o a un malestar clínicamente significativo.
Un trastorno de la personalidad es un patrón permanente e
inflexible de experiencia interna y de comportamiento que se
aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del
sujeto, tiene su inicio en la adolescencia o principio de la
edad adulta, es estable a lo largo del tiempo y comporta
malestar o perjuicios para el sujeto.
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