Llevo unos días sometido a un
estrés preocupante. Un estrés provocado por mis artículos,
en mí mismo, cuando hago un repaso de todo lo escrito, con
intenciones de agruparlos en un libro, y darme cuenta de que
casi todos han sido una especie de vaticinio a plazo.
Los he acertado casi todos. Lo que no acierto son las
quinielas.
Allá por el mes de junio, de este mismo año, escribí sobre
la patada de Aguirre a Granados. Ha resultado ser la patada
más larga de la historia. Pero acerté de lleno.
Comenzamos una época de grandes cambios, casi todos
perjudiciales para el ciudadano de a pie, por culpa de la
crisis económica, tan manoseada ella, por quienes quieren
asumir las riendas de los negocios soberanos.
Empecemos por los cambios que se avecinan en Sanidad, al
menos en Catalunya, proyectados por el consejero titular,
Boi Ruiz García.
Quiere aumentar la potencia de la atención primaria con la
estrategia de los avaros: encomendar a los médicos de
familia la responsabilidad en otras especialidades médicas
como el aparato locomotor, la dermatología, la oftalmología
y la otorrinolaringología. ¡¡Atenderá patologías
especializadas!!
¿Qué será de los doctores especialistas?.
Según declara el propio consejero, se dedicarán a sentarse
ante el PC para que, a través de los medios electrónicos de
comunicación, asesoren a los médicos de cabecera (ahora
llamados médicos de familia) con los correos electrónicos,
webcam y teléfono.
No será lo mismo.
El doctor familiar se pasará todo el día consultando los
diversos achaques del enfermo y, con ello, la cola de
pacientes en espera aumentará de lo lindo.
Ni es lógico ni es práctico.
Hasta hoy, las recomendaciones de casi todos los encargados
de gobernarnos, en todos los aspectos, ha sido la de
aconsejar severamente a los pacientes que no deben medicarse
por su cuenta… con ese proyecto, en el que incluye otros
conceptos, aconsejan todo lo contrario: los pacientes
deberán dedicarse, o tener una mayor implicación, en el
‘autocuidado’ de su salud.
Lo que no entiendo es que el consejero afirme que, hasta el
2020, uno de los grandes retos de su Consejería pasa por
aumentar en un 5% la esperanza de vida con buena salud…
¿Hasta el 2020? ¿Y después?
Aunque creo firmemente que muchos pacientes no llegarán a
sobrevivir esos nueve años hasta entonces. ‘Automedicarse’
tiene sus riesgos potenciales.
Desde hace un tiempo, desde que se inició la explosión
inmigratoria, muchos centros sanitarios están ocupados por
médicos que no han recibido la misma preparación que los
médicos indígenas.
Muchos de ellos han metido, y meterán, la pata con
diagnósticos en temas básicos de la salud… ¿qué pasará
ahora, cuando asuman el rol de tener que hacer de
especialistas?
En definitiva, el proyecto de Boi Ruiz es más bien tirando a
una tómbola para hacer los diagnósticos que para
salvaguardar la salud de los ciudadanos.
Jugar con la salud de las personas, por una supuesta falta
de dinero, es permisible mientras haya dinero para jugar a
Papa Noel y a los Reyes Magos con construcciones faraónicas
que no sirven para nada (solo las usan gente de élite) y
pistas de hielo con las que distraer al personal con
espectáculos circenses.
No hay dinero para la salud, pero sí lo hay para ingresar
como enfermo después de los tremendos gastos en dietas y
demás complementos, que se autorizan a sí mismos los
políticos, mientras rebajan el sueldo a quienes trabajan por
ellos: a sus propios funcionarios.
Una auténtica vergüenza nacional.
En fin. La vida sigue, yo también pero pensando en acudir al
fontanero para que me cure.
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