Tras la resaca electoral y el
“tsunami” político que ha supuesto la victoria electoral de
los islamistas parlamentarios del PJD el pasado viernes, se
impone la realidad y ésta pasa por el día a día. A la espera
de la nueva recomposición salida de las urnas, el antiguo
Parlamento sigue funcionando (de hecho hoy hubo sesión)
mientras que la Bolsa de Casablanca se mantiene indiferente,
ni sube ni baja. Es decir, tranquilidad, lo cual no
significa que bajo las aguas haya movimientos: así el
Movimiento del 20-F y el de los Indignados (no me los
confundan) anuncian movilizaciones para el domingo 4 de
diciembre y un día más tarde, el lunes 5, la Coordinadora de
Profesores en Paro anuncia que saldrá a la calle todas las
semanas. Los que se lo han tomado muy mal son los islamistas
(no les pongo adjetivo, ya se encargan ellos) de la “yamaâ”
de Justicia y Espiritualidad, un puñado de los cuáles ya se
manifestaba estos días en la capital del Reino con pancartas
y gritando “No hay justicia”, “No hay desarrollo”… en clara
alusión, nada indirecta, al significado semántico del PJD. Y
es que la asunción del nuevo gobierno por las gentes de
Benkirán supone también un plus de credibilidad para el
régimen encarnado por el joven soberano Mohamed VI quien,
hábil y rápido de reflejos, apenas veinte días tras la
irrupción de la “primavera árabe” en el país largaba un
calculado y valiente discurso el 9 de marzo, en el que
anunciaba una nueva Constitución (ya vigente) y el adelanto
de las elecciones (se celebraron el pasado 25) viniendo a
decir, en síntesis, que había recibido el mensaje. Y la
máquina de los cambios ha empezado, lenta pero
inexorablemente, a moverse.
Ayer martes y desde el Medio Atlas, la minera ciudad de
Midelt, el rey Mohamed VI encargaba al secretario general
del PJD, el físico Abdelilah Benkirán, la formación de un
nuevo gobierno. Benkirán ya había anunciado que su tarea era
solucionar los problemas sociales y económicos del país,
explicando que en todo caso “la gestión religiosa era cosa
de Su Majestad”. No teman, las libertades individuales en
Marruecos están garantizadas a varias bandas: primero, el
PJD es un partido firmemente comprometido con la legislación
vigente, la Constitución marroquí es explícita al respecto
y, en último término, la Monarquía nunca va a permitir que
se traspasen ciertas líneas rojas. ¿Re-islamización del
país…? Serían entendibles ciertos casos, es posible la
institucionalización de la zakat (limosna) así como el
impulso a la banca islámica y desde luego la moralización de
la vida pública (los hotelitos marrakchíes en los que unos
degenerados gozan de menores es una auténtica) vergüenza)
siguiendo principios de ética universal, pero como insistía
ayer por la tarde el presidente del Consejo Nacional del
partido de la Lámpara, El Othmani, a este escribano y al
periodista A. Rubio, “Nada de sharía, en absoluto vamos a
imponer el velo, garantizamos las libertades individuales de
por sí ya garantizadas, eso está claro”.
¿España, Ceuta y Melilla….? Tanto Benkirán como El Othmani,
con los que en varias ocasiones he hablado de estos asuntos,
son personas pragmáticas y serán continuistas en la política
de asuntos exteriores de Marruecos, pero no estimo que su
“caballo de batalla” sea Ceuta y Melilla. He podido
verificar estos días su intención de mantener las mejores
relaciones con sus vecinos del norte, España. Al contrario
que otras formaciones políticas, no hay una abierta
hostilidad del PJD hacia los intereses españoles en
Marruecos, todo lo contrario. Desde el PP, Javier Moragas
(quien ya el lunes hizo unas interesantes declaraciones al
respecto) y el presidente Rajoy deben tomar buena nota,
actuando rápido y en consecuencia. Digo.
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