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OPINIÓN - MARTES, 29 DE NOVIEMBRE DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Autodidactas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Leo, a prima mañana, que en el pleno que se va a celebrar dos horas más tarde, el consejero de Hacienda y Recursos Humanos, Francisco Márquez, va a proponer que los gerentes de las sociedades municipales se puedan convertir en directores generales. Sin que por ello tengan que ser licenciados y funcionarios de la escala correspondiente al hecho.

Nada más leer la noticia, dije para mis adentros, en cuanto el consejero abra la boca la oposición se le va a echar encima con el cuchillo del orgullo ofendido en la boca. Y es que los opositores forman parte de esa clase de españoles que le tiene tirria al autodidacta y hace cuanto puede por librarse de él porque les cuesta admitir que hay enseñanzas que sólo son útiles si se tiene la suerte de olvidarlas.

Los que tienen un título, hay muchas excepciones, creen que los que no lo tienen sólo valen para colocarse de estibadores en el puerto. Suele decir un amigo mío con varias carreras, y también inteligente, que los tales le recuerdan a los maridos que aburren a las mujeres por culpa de que no hacen en la cama nada que no hayan leído antes en la “Vida conyugal sana”.

A los que no cesan de presumir de haber pasado por la facultad, y aprovechan cualquier nimiedad para hacer hincapié en que están en posesión de una formación universitaria, convendría recordarles que los cementerios están llenos de personas que no pasaron por esas facultades y sin embargo siguen gozando de la inmortalidad por lo que hicieron. De modo que siguen estando en el corazón de la gente.

Claro que es importante recibir una educación superior. Faltaría más. Pero de qué vale un título que se ha sacado sin provecho y que acaba siendo colgado de una pared de una sala de estar para ejemplo de cómo la educación muchas veces hace a los hombres inútiles. Es algo que no se ha cansado de repetir Cristina Almeida. Tampoco debemos olvidar que “aprender es como remar contra la corriente: en cuanto se deja, se retrocede”.

Ojalá hubiera podido yo ir a la universidad en su día, por más que incluso quienes las rigen no hayan cesado de hablar mal de ella. Ahora bien, despreciar por sistema a quienes son autodidactas, me parece tan absurdo como decir de los estudios superiores que son una verdadera rémora para aprender la realidad de la vida.

De autodidactas geniales podríamos hablar y no acabar en mucho tiempo. Los ha habido escritores –Hemingway- y estadistas -Churchill-. Científicos, actores, actrices, músicos, poetas... En España, por ejemplo, a Fernando Fernán Gómez, según dijera de él Umbral -otro perteneciente a la cofradía de los intitulados-, le faltaba solamente haber inventado el avión para poderle llamar renacentista o leonardesco.

Y podría continuar poniendo ejemplos de cómo los autodidactas merecen respeto. Mucho respeto. Pero el que más sabe en esta tierra, el más inteligente, según no se cansa de decir él, ya le ha contestado a Márquez que éste lo que quiere es poner a analfabetos cual directores generales. Y, claro está, en cuanto habla semejante sabio (!), sindicalista subvencionado hasta las cachas, incluso José Antonio Carracao pierde el oremus. Y se pone a presumir de no sé qué… Como si fuera el doctor Marañón redivivo. Vivir para ver tantas tonterías. Vaya tropa.
 

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