En mi casa, ubicada en un edificio
de siete plantas, nunca habían residido inmigrantes hasta
hace un año.
Han invadido nuestro recinto comunitario algunos árabes,
sudamericanos, chinos y subsaharianos con lo que mi edificio
ya parece una sucursal de la ONU
No tengo, ni mis vecinos de siempre, nada contra ellos.
Pagan su alquiler y con ello tienen derecho a residir en las
viviendas. Está claro.
Ahora bien, comienza a expandirse una corriente de pavor
entre los inmigrantes porque el nuevo y futuro gobierno del
país pretende impedir la regularización por arraigo social.
Según asegura Rafael Hernando, portavoz del PP, modificará
el sistema actual para evitar que los inmigrantes en
situación irregular tengan los mismos derechos que los
inmigrantes legales.
Aunque demuestren residir tres o más años y tengan contrato
de trabajo en vigor.
Por su parte, un portavoz de los inmigrantes, defiende que
“…son muchos los inmigrantes que están trabajando y
contribuyendo a sacar al país de la crisis…”
Si el portavoz pepero asegura que seguirá adelante con ese
plan, ¿eso querrá decir que los expulsará del país?
En cuanto al portavoz de los inmigrantes, le pido que medite
un poco. SI dice que los inmigrantes ilegales (cerca del
millón) están contribuyendo a sacar a España de la crisis…
¿cómo? Si muchos de ellos cobran en negro y además todos o
casi todos envían dinero a sus familias con lo que el país
que los acoge, en este caso España, se queda sin ingresar lo
que correspondería por impuestos y además, llegado el
momento, tendría que hacer el correspondiente intercambio de
los euros, que salen, por las divisas de los países
receptores de los envíos. Eso es, créanme, mucho dinero que
no beneficia en nada al país.
Así que, señor portavoz de los inmigrantes, no se dé tanta
importancia al trabajo de los inmigrantes como quiere dar a
entender.
Por otra parte, no estoy de acuerdo con la declaración del
responsable económico, Gilberto Torres Martínez, de la FEAIR
(Federación Estatal de Asociaciones de Inmigrantes y
Refugiados) con su declaración de que “sería una violación
más de los derechos fundamentales de los inmigrantes…”.
No estoy de acuerdo porque no se dan casos de violación de
derechos por cuanto la mayoría de estos inmigrantes han
entrado en el país de manera ilegal (con visados de
turistas, con visados de estudiantes, sin visados de
pateras, etc.) y por lo tanto se le debería aplicar la Ley,
cosa que no se ha realizado, en casi el 99,9% de los casos,
por la benevolencia y magnánima actitud de nuestros
gobernantes.
Tampoco se puede aceptar esas palabras de Torres Martínez
referidas a “que permiten que España sea un país
progresista… en el que deben trabajar como un solo hombre…”,
disculpe, pero como la realidad nos muestra a la orden del
día, opino que, con la llegada de los inmigrantes, el país
ha retrocedido a una época innombrable por culpa de una
cultura y actitud social incompatible con el siglo XXI en
que vivimos.
Una delincuencia como nunca tuvimos en el país –asaltos a
viviendas con daños personales a sus ocupantes-; muertes
entre bandas criminales, con daños colaterales, cuando nos
sobraba los esporádicos atentados de ETA; incremento de
musulmanes y subsaharianos ociosos en las plazas de las
poblaciones que entorpecen el normal desarrollo de la vida
social –cuando ocurre un incidente entre la autoridad y un
inmigrante, suele pasar que la autoridad se vea acosada por
decenas de compañeros del inmigrante-… no me vengan en que
son casos aislados. Ocurre siempre y a menudo.
Si los inmigrantes van a lo suyo… ¿por qué no podemos ir los
españoles a lo nuestro y con más derecho que nadie? En fin.
La vida sigue, yo también pero…
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