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OPINIÓN - DOMINGO, 27 DE NOVIEMBRE DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Falócratas y machistas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

A Micaela de Miraflores Serrano la conozco yo desde que puse los pies en esta tierra. Lo cual no quiere decir que tengamos una gran amistad. De ningún modo. Pero tampoco ha habido motivo alguno para disentir de manera que ese caernos bien que comenzó el día en que nos presentaron, allá cuando los años ochenta estaban alboreando, haya sufrido menoscabo alguno.

Micaela, cuando nos vimos por primera vez, había acabado ya magisterio. Tenía don de gentes. Hablaba bien y fluidamente. Y, sobre todo, se revelaba cada vez que se topaba con un falócrata. Vamos, que se ponía de los nervios y dejaba entrever un asomo de ira que trataba de sofocar mordiéndose los labios.

Micaela alternaba con nosotros, es decir, con varios hombres y algunas mujeres de éstos, debido a que su padre formaba parte de una tertulia en la cual se podía hablar de todo. Ella era soltera, y en ese estado sigue, y en cuanto un varón se jactaba de la superioridad del “sexo fuerte”, que ocurría pocas veces, salía en tromba a defender la causa femenina.

Un día, por aquellas calendas ya reseñadas, después de una parrafada aberrante de un contertulio sobre la biología de la inteligencia vinculada a la secreción de hormonas masculinas, éste recibió una reprimenda enorme de Micaela. Pero el hombre, terco como una mula, creyó que con su respuesta calmaría los ímpetus de la mujer: “Mira, Micaela, no todas las mujeres son capaces, como lo eres tú, de discutir en público con los hombres”.

Se hizo el silencio. El justo silencio para que mi amiga tomara aire con el fin de serenar el alma y poder contestar por medio de un latigazo sin pizca de ira. Micaela se expresó así:

-Efectivamente –X-, no todas las mujeres son iguales. Por lo demás, y afortunadamente, lo mismo ocurre con los hombres. ¡Seguro que los que están aquí no se reconocen en usted…!

El usted de Micaela, que no venía a cuento, porque ella y el hombre reaccionario se tuteaban, fue un usted tan frío como distante. Uno de esos usted que solían pegar los generales que habían ganado la guerra con Franco. Ni que decir tiene que el hombre quedó anonadado. Y también acharado ante las risas que salieron a relucir.

Micaela hace ya unos años que vive en la Península. Y me suele llamar por teléfono de higos a brevas. Más bien cuando le agrada algo de lo que yo escribo y no duda en comunicármelo. De ahí que sus llamadas se produzcan de tarde en tarde.

El viernes pasado, recibí el premio de su elogio por un escrito que a ella le había hecho tilín. Y dado que era el día de la lucha contra el maltrato, la conversación acabó adentrándose en ese asunto que parece no tener fin. Y a mí se me ocurrió decirle que parece mentira que en el siglo XXI sigan existiendo energúmenos que crean en la falocracia del mismo modo que aún quedan nazis…

Micaela, muy puesta en el tema, me dijo que al menos las mujeres, ya no soportan a estos déspotas. Y cuando le pedí que me dijera la diferencia que existe entre falócratas y machistas, no dudó en citármela. “El falócrata desprecia a las mujeres; el macho las ama. El falócrata exige, el macho se aprovecha. El falócrata esclaviza, el macho seduce. El resultado final es bastante semejante, pero el macho es infinitamente mejor tolerado por la sociedad. Por la sociedad de las mujeres sobre todo”.
 

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