Las vallas que la sociedad estatal de suelo (SEPES) ha
instalado, a instancias de la Ciudad, para evitar
“ocupaciones” ilegales de las parcelas públicas en la
segunda fase de urbanización de Loma Colmenar no han durado
ni veinte días. Los vándalos, que ya destrozaron todo el
mobiliario y el sistema eléctrico del vial, la han
emprendido ahora con el vallado.
Después de destrozar el mobiliario urbano y el sistema
eléctrico de la segunda fase de urbanización de Loma
Colmenar -antes incluso de que se abriera al público el vial
que da acceso a la zona-, los vándalos la han emprendido con
las vallas de protección de las parcelas.
El vallado se terminó de instalar hace apenas unas semanas
por parte de la promotora de las obras, la sociedad estatal
de suelo, SEPES, a instancias de la Ciudad. Fue el consejero
de Fomento y Medio Ambiente, Guillermo Martínez, quien
solicitó a SEPES en el momento de recibir la urbanización
-el pasado mes de julio-, que procediera a la protección de
los solares para impedir “ocupaciones” ilegales de estos
terrenos de titularidad pública.
Las parcelas que se protegieron con vallas metálicas son las
que, tras la instalación de las correspondientes
infraestructuras básicas, han quedado listas para su uso
residencial, mediante la promoción de vivienda de protección
pública.
En la carretera y la urbanización del área en que se ha
construido, que incluye otro vial en la parte superior,
junto a la cárcel de Los Rosales, la sociedad estatal de
suelo ha invertido 22 millones de euros. Los trabajos
incluyeron el acondicionamiento de futuras zonas verdes, con
senderos que se han dotado de alumbrado público.
Poco antes de la apertura del vial principal, que comienza
en el puente del Quemadero y desemboca en el cruce de la
avenida Reyes Católicos con la N-352, los actos vandálicos
dejaron inhabilitado el sistema eléctrico, según señalaron
desde la Empresa de Alumbrado, “con la única intención de
hacer daño”, pues no se produjeron robos de cables ni otros
elementos. Además, se derribaron señales de tráfico, se
rompieron farolas y papeleras y se quemaron, rociándolas de
líquido inflamable, algunas de las palmeras de las zonas
ajardinadas.
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