Aunque el martes llovió con ganas,
el miércoles un tibio sol envolvía la capital del Reino.
Después de media mañana unos doscientos jóvenes de ambos
sexos se concentraban ante el Parlamento, coreando consignas
y cantando incansables para hacia las 14.00 hora local,
abandonar sus posiciones desfilando en orden avenida arriba,
discretamente acompañados por un puñado de antidisturbios,
con su característico uniforme azul, de la Dirección General
de Seguridad Nacional (DGSN). En Tetuán y después de la
manifestación del pasado domingo del Movimiento del 20-F,
que agrupó a unos mil cuatrocientos activistas de la
izquierda radical, los “adilistas” de la Jamaâ del jeque
Yasin y el movimiento salafista, éstos volvían por sus
fueros a concentrase en la céntrica “Plaza Primo” a las
18.00, clamando por el boicot a las inminentes elecciones
del 25 de noviembre y amenazando con seguir movilizándose
hasta el viernes, panorama que se repetía en unas sesenta
ciudades de todo Marruecos.
Pese al evidente esfuerzo propagandístico desarrollado por
el ministerio del Interior llamando a la ciudadanía a la
participación, el fantasma de una fuerte abstención planea
sobre las urnas, como reconoce con la boca pequeña el
conjunto de la clase política marroquí mientras debate, con
calor, los cuatro ejes de la campaña: economía, sanidad,
educación y justicia. Se comenta, como apoyo al sistema pero
a la vez repulsa para los políticos en su conjunto, la
posibilidad de aumento del “voto en blanco” o voto nulo,
denominado irónicamente por algunos analistas como el
politólogo Omar Saghi “Voto Kafka”, aludiendo a lo absurdo
de votar falsas mentiras y falsas ilusiones. ¿Y qué dicen
las estadísticas…? En mi opinión, en muchos casos no son más
que un alucinógeno de masas y por lo demás, normalmente,
ocurre con ellas como los “bikinis”, ya saben: enseñan lo
importante… pero ocultan lo fundamental. El otro día en
Tánger el prestigioso economista Mohamed Najib Boulif
comentaba a este escribano, por un lado el riesgo que
comporta la abstención mientras que él, un profesional
habituado a hacer números, estaba moralmente convencido si
las elecciones se desarrollan con limpieza que su formación,
el Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD) que parte
como favorito, se alzaría con una la victoria electoral.
Análisis que el lunes en Tetuán compartía otro de los
candidatos del PJD, Bennouna, aun cuando reconocía las
zancadillas que estaban recibiendo en las zonas rurales y de
montaña, donde se presentaban por primera vez. Otro Talón de
Aquiles de los partidos políticos, imputable al machismo
rampante en la sociedad marroquí más que a la legislación
vigente, que ha roto una lanza por la participación de la
mujer en la vida política reservando 60 asientos en el
Parlamento (15% de los mismos), es la realidad imperante:
entre 1.546 candidatos apenas 57 puestos están cubiertos por
las mujeres como cabezas de lista, reduciendo la tasa de
participación femenina a un 3,75%.
¿Y el voto o la abstención islamista…? Muy fragmentado,
porque si el islamismo en su conjunto decidiera apostar por
las votaciones generaría un “tsunami” político de
considerable altura: a los islamistas parlamentarios del PJD
les ha salido, dentro del sistema, la competencia de
Renacimiento y Virtud, partido bien asentado en Casablanca
donde pudieran obtener dos diputados (entre ellos el bocazas
de Zenzami y sus exabruptos teológicos) y, dentro de los
partidarios de la abstención, los miembros de la Alternativa
Civilizacional (formación prohibida hace años) y el partido
de la Umma. Los “adilistas” de la Yamaâ del jeque Yasin
tienen prohibido ejercer su voto mientras que entre la
corriente salafista, cuyo número y fuerza se desconoce, hay
de todo como en botica.
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