Trasnochar y madrugar no caben en
el mismo costal, así que en la mañanita lluviosa de vendaval
y tras degustar un cafetito con bollo churreteao de aceite y
mantequilla en el Caballa de Oro, me dio por pasear el
esqueleto a resguardo del aguacero contemplando el mar, cuyo
reflejo irisaba el cercano laderón del Chorrillo, ¡lástima
no haber echado una cámara con teleobjetivo..!
Junto a la balaustrada de la Ribera, acerté a encontrarme
con un vecino del trabajo que es hombre jubilado y claro, a
falta de mejor asunto estuvimos pegando la hebra un rato, el
que nos respetó la llovizna, comentando el problema de las
retenciones de tráfico en la frontera, que parece ser hay
picadillo entre las guardias; también el trasiego de la
droga que no cesa, que si los coches quemados tampoco;
creemos ambos que no se dan aquí tantas disputas o venganzas
por cuernos ni por enojo de parejas despechadas, caramba.
Entró en el saco el asunto de la economía sumergida que bien
a flote va, a la vista de todos; que si los ferrys abaratan
por fin el billete de residente rotando con idéntica
regularidad, lo que es de agradecer; que si los fastos
navideños están a punto de volar del nido de los naranjales
del Revellín, alumbrándonos algo estas fechas con su lucerío
de colores.
Bien que no arreglamos el mundo pero al menos lo intentamos.
Con creces tras casi sesenta minutos de perorata ilusionante.
Y no, no salió la política a relucir tal vez porque los dos
somos ya veteranos y estamos de vuelta de tantas y tantas
cosas que…Sólo nos faltaba eso, calentarnos el coco para no
sacar rédito alguno, si acaso una testiculina intensa y un
ardor de estómago. Y sin tener el braguero ni el almax a
mano. Cagüen la ostia.
Por mentar a la bicha se dio lo que se tenía que dar, un
vuelco en las papeletas que se tornaron de azul cielo
bondadoso (Rajoy tiene cara de tal, pero no de líder) y un
giro brusco del timón con rumbo y proa hacia el Norte. El
futuro ya está aquí.
Que votaban más en el pavimento las gotas de lluvia caídas
este domingo 20, día de Elecciones Generales, que votos
caían sin salpicar en las urnas que como setas en temporada
crecían en los colegios de la población, cuyo personal,
entre presidentes, vocales de mesa, apoderados y
observadores varios, uniformados también, madrugaron lo
suyo.
Todo lo contrario de los esperados votantes, que se hicieron
de rogar se supone que por la lluvia, y sólo o en parte
gracias al estruendo del cañonazo de las doce se movilizó la
masa humana, la que se salvó por los pelos del mandato
urgente que estuvo en un tris de firmar el presidente de la
Ciudad, cuyo vocero había salido a encontrarse con Sorroche,
el jefe de la UIR local para sacarlos de la cama a todos:
cristianos, musulmanes, hebréos e hindúes, ¿a los
evangelistas también?. Que mira que somos ciudadanos vagos y
hasta alguno “malage”. Que el país nos necesita, coño.
Como que sí, que este país llamado España necesita de nuevos
esfuerzos para reconducir la situación, que es casi trágica,
traumática, desesperante, como ya se sabe (sólo en parte,
intuyo, pues es de malos asustar a la gente todavía más),
que cualquier día de éstos nos desayunamos con la noticia en
portada de prensa y con letras a tamaño crisis y en rojo
-confío en que la primicia no sea en este magnífico medio,
que tiene en su cabecera el color de la esperanza- de que
estamos siendo rescatados, y no por la entrada en morada a
hora intempestiva de un equipo de otros magníficos, los Geos,
sino que la UE, o su Banco Central o como coño se quiera
llamar, que duele la sigla de todos modos, empiece a meter
la tijera en el Tesoro español, que me figuro se parece a lo
que yo tengo por alquiler: una alcancía sin fondo. Dinero
tirado. O perdido, que más da.
Y a verlas venir, que en Carpanta aún me convierto y doy
gracias a que mi casero se apiada de mi poniéndome el
bocadillo gratis. De chorizo no por favor, que visto el
panorama, mejor cambio los tres eurillos y el dólar que
escondo en la alacena y, tras raparme la melena, la barba
también, me subo a la camioneta de la línea 7 vestido ya con
el tarbus y la chilaba tangerina.
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