Un día no ha mucho, paseaba uno
tempranito cuando me llegó un denso y característico olor a
chocolate de esos que embriaga el sentido del olfato, huummm,
y tan distraído iba con la mente volandera en trincar unas
onzas del dulce excitante, que a poco atropello con mis
pinrreles del 45 a dos niños de una familia que caminaba por
La Marina Española.
A los adultos de mediana edad les seguía prudente en la
distancia una joven asistente musulmana cuya cabeza se
adornaba con un llamativo velo, ella con carita tan guapa
como apenada tirando del carrito porta-bebés con el pequeñín
de los retoños, y justo a su vera correteaba un perro de
raza buldogz de esos bien canijos ¿oí bien que alguien lo
llamaba por el nombre de Juana?, que me olía y miraba con su
chata cara a través de su único ojo no cristalino, creo que
el derecho.
Alejado de mí el cortejo, no sé porqué esta estampa bucólica
de domingo trae a mi sesera el recuerdo de Sor Matilde, una
de las monjas de las Adoratrices del Sardinero, de la que
tengo cruzadas y muy buenas referencias por el apoyo humano,
respetuoso e incondicional que tiene hacia los demandantes
de empleo casero, de propios y extraños, aunque el hecho de
ser ciudad fronteriza pesa más el del inmigrante marroquí,
ofertándolos trabajo en domicilios ajenos e interesándose
por cómo les va, si su condición legal es la adecuada, si se
adaptan o nó al puesto de trabajo que, aun en precario,
demasiadas veces es sacrificado en lo laboral y con horarios
tipo acordeón, que estira la manecilla del reloj en
beneficio de los dueños, que afloja el segundero para
chincha del currito.
Estas y otras labores de parecido fuste suelen ser mal
pagadas por lo general y, en ocasiones, hasta vejado,
chantajeado, arrinconado el sujeto si no es fuerte. Ustedes
sabios lectores ya me entienden. De igual modo la carne es
tentadora y si se es joven aún más, que si rechista
tropecientas esperan la mano levantada en la frontera para
reemplazarla. Tal como lentejas…
Mas tengo oído que la hermana Matilde se enoja, se disgusta
si la “recomendada” no cumple con su cometido o si mete la
mano donde no debe. Pero tranquilos, que ella es sierva del
Señor y va camino de Santa, más que muchos de nosotros
pecadores sin rubor. Y ella, en vez de atizar a la ladina un
par de hostias de las postreras al confesionario, le arrea
un doble o un triple de oraciones para que el Divino
reconduzca su destino. “Incha-alan” .
En fin, la tentación primero y la sirla después es propio
del género humano, que no hay raza, cultura, sexo ni edad
que no lo practique, máxime si la ocasión la pintan calva.
Nada nuevo bajo el sol.
Ambiciones aparte, esta pizquita de futuro que se abre en
Ceuta para las musulmanas que entran a diario en busca del
chusco, para rebañar una pizquita de futuro que les haga
sonreír una vez al día al menos, es mejor que nada pues lo
verdaderamente negro de esta gente lo tiene al otro lado del
Tarajal. Sin duda.
Entonces Sor Matilde merece nuestro agradecimiento por su
ayuda divina. Que Dios la siga iluminando. Por Santa. Llegó
la hora de rezar por la congregación religiosa en general y
por ella en particular. Además de por todos los ángeles que
hay repartidos por este malvado mundo. Que es legión
discreta igualmente. Para relajo de nosotros, estultos
pecadores, que no solemos verlo ni percibirlo. Porque somos
acémilas sin cola.
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