Conviene sacar conclusiones del
activo que en Ceuta tiene el Partido Popular. Es un hecho,
por más que se intente menoscabar -con artes de todo tipo-
el crédito de los populares, que el PP cuenta con el
beneplácito masivo de los ceutíes. El 66% de los que votaron
ayer decidieron respaldar al partido de Mariano Rajoy,
decidieron mostrar su apoyo el hombre de confianza de Juan
Jesús Vivas, Francisco Márquez de la Rubia, uno de los de
mayor capacidad de entre los de su equipo. Desde 1993 Ceuta
ha venido ofreciendo su confianza al Partido Popular, por
más que algunos políticos trasnochados y decimonónicos
intenten salvar sus escasa reputaciones insultando a los
votantes por insistir en su creencia en el PP.
Queda claro, por otra parte, que el PSOE en Ceuta ha pagado
también los platos rotos del golpe que los españoles han
dado a las siglas por mor de la crisis, que se los ha
llevado claramente por delante, pero aún así más de 6.000
ceutíes han confiado en los socialistas. Sin embargo, los
resultados obtenidos en las urnas deja también diáfano que
es lo que no quieren los ciudadanos. Y las conclusiones, si
se cuenta con un mínimo de humildad, deberían sacarla
quienes siguen empeñados en ir por la senda del
enfrentamiento ochentero y paniaguado en la creencia de que
ese es el camino del éxito. Tiempo tienen de meditar y
retomar su lugar desde otro clima de relación con los que
divergen en un mejor canto a la democracia. En el equilibrio
está la virtud.
A partir de hoy la tarea que el PP se va a encontrar, por
encomienda masiva de los españoles, es muy complicada. Esta
es la peor herencia que recibe un futuro presidente de
Gobierno de España. Más de 10 millones han querido que sea
el Partido Popular el que tome las riendas de las nuevas
políticas a llevar a cabo, los que protesten por ellas han
tenido en el día de ayer la oportunidad de oponerse con su
voto... y han perdido la vez.
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