LUNES 14.
Se me pregunta por el debate mantenido entre Francisco
Márquez y Carmen Ruiz. Ambos candidatos al
Congreso por el PP y por el PSOE. Y a mí se me ocurre decir
que dicho debate debe ser recetado a partir de ahora como
somnífero. Fue de una vulgaridad apabullante. No
recomendable como estimulante para los electores indecisos
de ambos lados. A la señora Ruiz se le puede perdonar su
bisoñez como política. Pero no así a Márquez. El cual lleva
ya muchos años luchando denodadamente por alcanzar fama
política a escala nacional. A la candidata socialista se le
notaron los nervios en demasía. Pues hubo momentos en los
que no sabía lo que hacer con sus manos. Dejó entrever, con
claridad meridiana, que le era imposible dominar su estado
emocional. Y se limitó a decir lo que es más que sabido.
Nada que pudiera ayudar a su partido. En lo tocante a
Márquez observé que los focos de la televisión le jugaron
una mala pasada. Sudó demasiado. Y el sudor es, sin duda
alguna, enemigo acérrimo de la imagen. Que es con la que él
trata de cautivar a los votantes. También noté que su labio
superior estuvo sometido a la voluntad del inferior. Debido
a la cantidad de veces que el primero buscó al segundo. El
debate lo ganó, sin duda alguna, Francisco Márquez. Pero
dejó entrever que todavía las cámaras no le quieren de
manera adecuada a sus ambiciones.
Martes. 15
Suena el teléfono y la persona que llama me pone a prueba.
“¿Me reconoce por la voz?”, me dice. Dudo. Y me cuenta que
tanto él como su hermano tienen una voz singular. Y caigo en
la cuenta de que se trata de Jesús Cordero. Hermano
de José Luis. De Jesús estuve hablando, la semana
pasada, con Marian Hernández. Y ésta me dijo que en
el mes de diciembre pasarían unos días en Ceuta. A Jesús
hacía la tira de tiempo que ni hablaba con él ni le veía.
Hoy, al fin, he podido charlar unos minutos con alguien con
quien compartí muchas tertulias y tuve la oportunidad de
alternar muchas veces en el Hotel La Muralla. Jesús se
distinguió siempre por ser un gran conversador. Y a fe que
su preparación le permitía opinar sobre cualquier asunto que
saliera a relucir. Eso sí, en lo tocante a conocimientos
futbolísticos, y por más que consiguiera en su momento
titularse como entrenador nacional, a mí me gustaba sacarle
de quicio diciéndole que no tenía ni idea. Y lograba
encenderle. Ponerle bronco. Aunque todo acababa siempre con
finales de cachondeos apoteósicos. Jesús fue, por si ustedes
no lo saben, quien le dio vida a la San Silvestre ceutí.
Hace la friolera de 35 años. Ah, finalizamos la conversación
recordando a Guillermo Valero: un portuense a quien,
mientras vivió, nunca se le cayó de la boca el nombre de
Ceuta.
Miércoles. 16
Coincido con el delegado del Gobierno en sitio donde se
impone el charlar. Por lo que hacemos un aparte y nos da por
sincerarnos en momentos donde ambos sabemos que toca. Con
José Fernández Chacón siempre procuré mostrarme yo tal y
como soy. De modo que nunca le negué mis diferencias con
ciertos personajes de la ciudad. En cuanto nos presentaron,
jamás le conté milongas, sino que opté por ponerle al tanto
de cuantas dificultades me había tocado vivir en Ceuta. Una
ciudad en la que uno se siente vivir. De ahí los prejuicios
que cristalizan con una dureza extraordinaria. Las pasiones
pequeñas. Los enfrentamientos. La retirada de la palabra… A
pesar de todo uno llega a quererla. Fernández Chacón ha
demostrado, durante más de tres años, que se ha ganado el
derecho a ser reconocido como un magnífico delegado del
Gobierno. A pesar de que los tiempos de crisis no le han
ayudado lo suficiente. No obstante, mi estimado Pepe ha
sabido conquistar la voluntad de muchísimos ceutíes. Por tal
motivo, se ha hecho acreedor a que se le despida como
merece. Lo cual será posible, porque en esta tierra no se
escatima nada cuando se trata de reconocer los méritos de
quienes llegaron un día y no dudaron en ponerse al servicio
de la ciudad. Le he prometido estar en la hora de los
reconocimientos que merece.
Jueves. 17
Me topo con Pepe Sillero y Emilio Lamorena. Y,
como siempre que ello ocurre, la cháchara nos cunde. Emilio
dice alegrarse de que haya vuelto a escribir. Pues la última
vez que nos vimos estaba yo deshojando la margarita del
regreso o no regreso. Pepe no duda en comunicarme que él
estaba ya casi convencido de que yo no volvería al tajo,
según los rumores que circulaban. Tampoco se corta lo más
mínimo en hacerme partícipe de que él está notando que ahora
las columnas parecen desprovistas de la mala leche que antes
las distinguía. Y a mí, claro está, se me viene a la
memoria, en menos que canta un gallo, que no hace mucho
tiempo él me recomendaba que dejara de apretarle las
clavijas a Juan Luis Aróstegui. Y además no dudaba en
exponerme sus razones. Está visto que escribir a gusto de
los consumidores es realmente complicado. De todos modos,
mientras Pepe Sillero me siga leyendo, yo estoy dispuesto a
escuchar atentamente sus pareceres. Los de él y, por
supuesto, los de Emilio Lamorena. Faltaría más.
Viernes. 18
La conversación transcurre plácidamente sobre el momento que
estamos viviendo y sobre lo que le espera al nuevo Gobierno
a partir de que se produzca el relevo. Y salen a relucir,
cómo no, los desequilibrios sociales. Los cuales han sido
siempre el azote de las ciudades desde hace mucho más de un
siglo y la democracia, ese logro de una burguesía ilustrada
de armadores y comerciantes, era la encargada de organizar
un mínimo de distribución como paliativo para impedir que el
conflicto tomase un carácter agudo, para hacer participar a
cada clase en los incrementados recursos de un Estado en
expansión y para asegurarse, por otra parte, una clientela
que pueda ejercer sus derechos políticos. Cinco millones de
parados demuestran, pues, que urge remedio a tan grave
situación, así lo manifiesta un participante en la charla.
Lo primero, dice otro, es que habría que revisar los
sistemas fiscales, pidiéndoles a los ricos que no regateen
en los pagos que deben hacer para sostener el equilibrio
social y a los pobres que no crean que el tesoro del Estado
deba servir para su propio sustento. En suma: todos los
reunidos coincidimos en que los ciudadanos más favorecidos
deben justificarse más para mantener la fiesta en paz. De no
ser así, día llegará en el cual el descontento se convierta
en estallido social de consecuencias irreparables.
Sábado. 19:
Días atrás, se hablaba ya de que Juan Vivas estaba
eufórico debido a que su partido arrasará en las urnas.
Euforia sólo contenida por problemas familiares. Lo cual no
le había impedido airear que estaba dispuesto a seguir
siendo presidente del PP –de Ceuta- durante mucho tiempo
más. Y, desde luego, tampoco negaba que seguirá
presentándose a las próximas elecciones. Así que no me ha
extrañado en absoluto que -en el mitin de fin de campaña-
haya comunicado lo que ya venía diciendo entre bastidores.
Aunque lo haya hecho para dorarle la píldora a la gente que
le rodea y que no cesa de jalear todas y cada una de sus
intervenciones. Las intervenciones de un presidente que, a
partir de nada, será mucho más poderoso de lo que lo ha
venido haciendo hasta ahora. Porque, aunque sus relaciones
con José Fernández Chacón son extraordinarias y la
amistad entre ellos tiene todos los visos de ser duradera,
no me cabe la menor duda de que el próximo delegado del
Gobierno será alguien que actuará convencido de que en esta
tierra no hay nadie que disfrute de más confianza por parte
de Rajoy que Vivas. Así que no hace falta ser muy
listo para entender el momento de felicidad política que
está viviendo el presidente de la Ciudad y de los populares.
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