Oentre islamistas anda el juego.
Porque no lo duden: en el Magreb, la calle es en gran medida
“islamista” como han demostrado las elecciones tunecinas del
pasado 23 de octubre y, si no hay “ingeniería electoral” por
medio, avalarán los comicios marroquíes del viernes 25.
Lahcen Daoudi, uno de los más prestigiosos economistas del
Partido de la Justicia y el Desarrollo junto al tangerino
Boulif, lo advertía el otro día: “El PJD puede ganar las
elecciones si éstas son transparentes y libres”. Los
islamistas parlamentarios, que formalmente ya ganaron las
votaciones de 2007, se presentan ésta vez en 92
circunscripciones cubriendo virtualmente todo el país y
cerrando así su Talón de Aquiles, su presencia en zonas
rurales y de montaña. Por su parte en Túnez, pese a ganar
las elecciones en un limpio proceso electoral referente para
todo el Magreb (si bien sin mayoría absoluta en la asamblea
consultiva resultante), los islamistas de Ennahda
(Renacimiento) han confirmado su decisión de gobernar
provisionalmente en coalición con dos partidos de talante
más o menos laico: el presidente de Túnez será Moncef
Marzuki, el perseverante líder de la minoritaria formación
“Congreso para la República”, el portavoz de la Asamblea
Constitucional estará en manos del representante de
Ettakatol, Mustafa Ben Jafal, mientras que Ennahda se
reserva el influyente puesto de Primer ministro, quien será
ostentado por Hamadi Jbeli. La Asamblea resultante se
mantendrá un año con la misión de redactar una nueva
Constitución para el país, volviéndose entonces a convocar
elecciones. Sectores laicos no dejan de advertir que la
moderación de los islamistas es una mera estrategia
temporal, pues si bien su histórico líder Ganuchi ha
señalado por activo que Ennahda no impondrá la sharía o ley
islámica ni abolirá costumbres liberales firmemente
implantadas en Túnez como la igualdad de la mujer, el
consumo de alcohol o el mero hecho de usar bikini en las
playas, se acusa al eventual Primer ministro Hamadi Jbeli de
defender recientemente un “Estado islámico” en una mitin
ante sus seguidores, mientras que los portavoces de Ennahda
desmienten la información asegurando que se trata de un
malentendido, “sus palabras han sido malinterpretadas”.
“Chuia chuia” y pese a la apatía rampante, algunos actos
electorales ponen cierta nota de color en el horizonte
político marroquí más plano que las aguas de una piscina,
mientras no dejan de comentarse dos noticias de calado: por
un lado el ambicioso e intrigante fundador del Partido de la
Autenticidad y Modernidad (PAM), el ex ministro del Interior
Mustafa El Himma ha decidido, quizás “aconsejado” y el que
quiera entender que entienda, no presentarse ésta vez como
diputado, pena me da, mientras el joven rey Mohamed VI ha
dejado a la clase política enfrentándose a su realidad y
para que se ponga a la altura del momento mientras, en un
ejercicio de auténtica soberanía, se ha quitado de en medio
según fuentes de toda solvencia trasladándose éstos días y
por algún tiempo a su residencia de Betz, en la dulce
Francia, no previendo volver a Marruecos en algunas semanas
y absteniéndose de cualquier intervención en el proceso
electoral y en el resultado del mismo, “salvo que ciertas
líneas rojas sean franqueadas”. Todo un detalle acorde con
los tiempos que corren.
Finalmente congratularnos frente a las neurosis de agoreros
y “milenaristas”, pues el famoso 11 del mes 11 de 2011… la
vida siguió, naturalmente. Hasta para el famoso y
controvertido imám Fizazi (quédense con el nombre, tiene
futuro), quien le confiaba a este escribano en Tánger que
tras un serio choque con una atrevida vaca en la “autorute”
a la altura de Kenitra, el día de marras, 11 del 11 de 2011,
a las 11 de la noche para ser exactos, logró salir ileso del
accidente. Al inteligente Fizazi humor no le falta, digo.
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