Llevo veintitantos años
escribiendo en periódicos. Y lo he hecho contando siempre
con cierto conocimiento de la ciudad. Conocimiento adquirido
antes y después de ponerme a escribir. He visto arribar a
Ceuta a muchas personas que llegaron convencidas de que
sabían más, mucho más, que los nacidos aquí. Y que no
dudaron en mostrar su arrogancia a cada paso.
Muchas de esas personas, cuando se percataron de que aquí no
se amarraban los perros con longanizas, se fueron
deprimiendo y acabaron por coger el primer barco antes de
sentirse hundidas irremisiblemente en el mayor de los
fracasos.
Antes del adiós, traté con algunos de los que desembarcaron
en esta tierra dispuestos a convertirse en figuras
destacadas. Personajes importantes de la vida local. Y no
tuvieron el menor inconveniente en reconocerme que se habían
equivocado de pe a pa. Que habían infravalorado a los
ceutíes. Y que, semejante error, les obligaba a tomar el
portante. O sea, que no tenían más remedio que marcharse con
celeridad. Antes de seguir viviendo una situación dañina en
todos los sentidos para él y para los suyos.
Podría dar nombres de no pocos peninsulares que
desembarcaron en esta tierra con aires de figurones,
pavoneándose a cada paso, luciendo palmito, y tratando de
dejar bien sentado que no eran más listos porque no querían
apabullar a las lumbreras de la tierra.
No tengo el menor inconveniente en decir que todas esas
criaturas, que llegaron dispuestas a enseñar, salieron de la
ciudad con el rabo entre las piernas, y perdonen la
vulgaridad. Entre ellos, no pocos periodistas hubieron de
tomar las de Villadiego.
Hace ya mucho tiempo que vengo observando de qué manera hay
periodistas que vienen a abrirse camino en Ceuta y que
terminan poniendo en práctica una forma de actuar destinada
a convertirse en arribistas.
Ventajistas de tres al cuarto que comienzan su labor
criticando duramente al Gobierno establecido. Diciendo
impropios de los gobernantes y hasta murmurando que Ceuta es
la última mierda que cagó la Trini. El culo del mundo. Y
cosas por el estilo.
Conducta irritante y deplorable, la de tales periodistas,
llevada a cabo con el fin de convertirse en moscas cojoneras
que hagan posible que los políticos se encojan y acaben por
proponerles un empleo en la Administración local. Un premio
que se silencia alegando siempre un corporativismo tan
caduco cual trasnochado. Lo de perro no come carne de perro
está ya pasado de moda.
De esa manera, es decir, opinando todos los días contra el
Gobierno de Juan Vivas, pudo José Carlos García
hacerse con un puesto destacado como asesor de prensa. Y,
además, con el paso de los años, ha ido adquiriendo fuerza
suficiente como para recomendar a personas de su entorno
para que ocupen plazas a dedo. Es el caso, entre otros, de
Ana Belén Villazán; locutora que fue durante años de
la COPE. ABV, con la que no sé si he hablado alguna vez,
debería saber que ir contra ‘El Pueblo de Ceuta’ –por
sistema- no es de recibo. Que, además de estar mal visto, no
resulta nada democrático. Y que a ella, tan bien situada y
disfrutando de tan buena soldada, no le viene nada bien
comportarse así. De lo contrario, podríamos pensar, pues
estamos en nuestro derecho de hacerlo, que sirve… a otra
causa. Mantengamos la fiesta en paz.
|